ESELEEL, pues, Ooliab y todos los maestros, a quienes dio el Señor sabiduría e inteligencia para saber fabricar con arte las cosas necesarias al uso del santuario, pusieron manos a la obra, para ejecutar cuanto el Señor había mandado.
Y así Moisés, habiéndolos llamado, e igualmente a todos los otros artífices peritos a los cuales el Señor había dado inteligencia y que se habían ofrecido de suyo a trabajar en la obra,
les entregó todas las ofrendas de los hijos de Israel. Mientras estaban ellos empleados en sus labores, el pueblo todos los días por la mañana proseguía ofreciendo dones.
Por lo cual los artífices se vieron precisados a venir
a Moisés y decirle: El pueblo da mucho más de lo necesario.
Con eso mandó publicar Moisés a voz de pregonero: Ni hombre ni mujer ofrezca ya más para la fábrica del santuario. Y así cesaron de ofrecer dones,
visto que los ofrecidos bastaban, y aun sobraban.
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Todos los hombres, pues, de talento y habilidad para las obras del Tabernáculo hicieron diez cortinas de lino fino retorcido, de color de jacinto, de púrpura, de grana dos veces teñida, con varias labores y bordaduras.
Cada cortina tenía de largo veintiocho codos y cuatro de ancho; todas las cortinas eran de una medida.
Y unió Beseleel cinco de estas cortinas la una con la otra, y del mismo modo las otras cinco.
Para lo que hizo cincuenta presillas o cordones de color de jacinto en la orilla de una cortina por ambos lados, y lo mismo en la orilla de la otra cortina,
de manera que confrontasen las presillas una con otra, y recíprocamente se enlazasen.
A este fin fundió también cincuenta sortijas de oro, en las que trabasen las presillas de las cortinas, las cuales formarán así un solo Tabernáculo o pabellón.
Hizo asimismo once cubiertas de pelos de cabra para cubrir el techo del Tabernáculo.
Cada cubierta tenía treinta codos de largo y cuatro de ancho; todas las cubiertas eran de una misma medida.
Cinco de las cuales unió en una pieza, y las otras seis en otra.
E hizo cincuenta presillas en la orilla de una cubierta, y otras cincuenta en la orilla de la otra, para unirlas entre sí.
Hizo además cincuenta hebillas de bronce con que se trabasen; de suerte que de todas las cubiertas se hiciese una sola.
Otra cubierta del Tabernáculo la hizo de pieles de carneros teñidas de rojo, y otra sobrecubierta de pieles de color de jacinto o moradas.
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Hizo también de madera de setim los tablones para el Tabernáculo, que debían colocarse de pie, unidos entre sí.
Cada uno tenía diez codos de largo y codo y medio de ancho.
Dos encajes había en cada tablón para trabarse uno con otro. Todos los tablones del Tabernáculo estaban dispuestos de la misma suerte.
De los cuales veinte estaban a la parte meridional, hacia el Austro,
sobre cuarenta basas de plata. Poníanse dos basas debajo de cada tablón a sus dos esquinas, donde terminan los encajes en los ángulos de los lados.
En la misma forma por la parte del Tabernáculo que mira al Aquilón, plantó veinte tablones,
sobre cuarenta basas de plata, dos por cada tablón.
Pero al occidente, esto es, a la parte del Tabernáculo que mira hacia el mar, fijó seis tablones,
con otros dos a las dos esquinas, detrás del Tabernáculo;
los cuales de abajo arriba estaban unidos, y venían a formar como una pared firme. Lo mismo hizo en las esquinas de los dos lados.
De modo que en todo eran ocho los tablones, asentados sobre dieciséis basas de plata, es a saber, a dos basas por tablón.
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Hizo asimismo cinco travesaños de madera de setim, a fin de asegurar y mantener unidos los tablones en un lado del Tabernáculo,
y otros cinco para asegurar y mantener unidos los del otro lado; y fuera de éstos, otros cinco travesaños a la parte occidental del Tabernáculo hacia el mar.
Hizo también otro travesaño, que por medio de los tablones cogía de una esquina a otra.
Estas mismas paredes de tablones las cubrió de planchas de oro, haciendo de fundición sus basas de plata. Hizo también de oro las argollas por donde habían de pasar los travesaños; los que asimismo cubrió con chapas de oro.
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También hizo el velo de color de jacinto y de púrpura, y de grana, de un lino fino retorcido, tejido todo con variedad de colores y diversos recamos,
y cuatro columnas de madera de setim; las cuales y sus capiteles cubrió de oro, habiendo fundido de plata sus basas.
Hizo además para la entrada del Tabernáculo un velo de color de jacinto, de púrpura, de grana, y tejido de lino fino retorcido, obra de bordador;
y para sostenerle, cinco columnas con sus capiteles, que cubrió de oro, vaciando de bronce sus basas.
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