UANDO en la tierra, que tu Señor Dios te ha de dar, se hallare el cadáver de un hombre asesinado, sin que se sepa quién lo mató,
saldrán los ancianos y jueces, y medirán las distancias de todas las ciudades cercanas desde el lugar del cadáver.
Y los ancianos de aquella ciudad que se hubiere averiguado estar más cercana que las otras, tomarán de la vacada una ternera que no haya traído yugo, ni arado la tierra;
y la conducirán a un valle erial y peñascoso, que nunca haya sido labrado ni sembrado, y le cortarán allí el pescuezo.
Entonces se acercarán los sacerdotes hijos de Leví, elegidos por el Señor tu Dios para que sean ministros suyos, y te den la bendición en su nombre, y por sentencia de ellos se decida todo negocio, y lo que es limpio o inmundo.
Y los ancianos de dicha ciudad irán donde está el cuerpo muerto, y lavarán sus manos sobre la ternera que fue degollada en el valle,
y dirán: Nuestras manos no han derramado esta sangre: ni de nuestros ojos lo han visto;
sé propicio, ¡oh Señor!, a tu pueblo de Israel, a quien rescataste, y no le imputes la sangre inocente, derramada en medio de él. Con lo que no recaerá sobre ellos el reato del homicidio.
Y tú no quedarás responsable de esta efusión de sangre inocente, habiendo hecho lo mandado por el Señor.
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Si saliendo a pelear contra tus enemigos, el Señor Dios tuyo los entregare en tus manos, y los cautivares,
y vieres entre los cautivos una mujer hermosa, y enamorado de ella deseares tenerla por mujer,
la introducirás en tu casa; y se raerá el cabello, y cortará las uñas;
y dejará el vestido con que fue hecha prisionera, y quedándose de asiento en tu casa, llorará un mes a su padre y a su madre; después de esto te juntarás con ella y tú serás su marido, y ella será mujer tuya.
Si andando el tiempo te desagradare, la despacharás libre; no podrás venderla por dinero ni oprimirla con tiranía ya que la desfloraste.
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Si un hombre tuviere dos mujeres, una amada y otra desamada, y le parieren hijos, y el hijo de la desamada fuere primogénito,
al tratar de repartir su hacienda entre los hijos, no podrá hacer mayorazgo al hijo de la querida, prefiriéndole al hijo de la malquista, o menos amada;
sino ha de reconocer por primogénito al hijo de la malquista, y le hará de todos sus haberes porción doble: porque siendo el primero de sus hijos, a él le toca el mayorazgo.
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Si un hombre tuviere un hijo rebelde y desvergonzado, que no atiende lo que manda el padre y la madre, y castigado se resiste con desprecio a obedecer,
préndanlo y llévenlo ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta donde está el juzgado,
y les dirán: Este hijo nuestro es desobediente y rebelde: hace burla de nuestras reprensiones: pasa la vida en merendonas y en disoluciones y convites.
Entonces, dada la sentencia, morirá apedreado por el pueblo de la ciudad: para que arranquéis el escándalo de en medio de vosotros, y todo Israel oyéndole tiemble.
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Cuando un hombre cometiere delito de muerte, y sentenciado a morir fuere colgado en un patíbulo,
no permanecerá colgado su cadáver en el madero; sino que dentro del mismo día será sepultado: porque es maldito de Dios el que está colgado del madero; y tú por ningún acontecimiento has de manchar tu tierra, cuya posesión el Señor tu Dios te hubiere dado.
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