L ángel de la iglesia de Sardis escríbele también: Esto dice el que tiene a su mandar los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Yo conozco tus obras y que tienes nombre de viviente, y estás muerto.
Despierta, pues, sé vigilante, y consolida lo restante de tu grey, que está para morir. Porque yo no hallo tus obras cabales en presencia de mi Dios.
Ten, pues, en la memoria lo que has recibido y aprendido, y obsérvalo, y arrepiéntete. Porque si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré a ti.
Con todo, tienes en Sardis unos pocos sujetos que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en el cielo vestidos de blanco, porque lo merecen.
El que venciere será igualmente vestido de ropas blancas, y no borraré su nombre del libro de la vida, antes bien le celebraré delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
Quien tiene oídos escuche lo que dice el Espíritu a las iglesias.
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Escribe así mismo al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo y el veraz, el que tiene la llave del nuevo reino de David; el que abre, y ninguno cierra; cierra, y ninguno abre;
Yo conozco tus obras. He aquí que puse delante de tus ojos abierta una puerta que nadie podrá cerrar; porque aunque tú tienes poca fuerza, o virtud, con todo, has guardado mi palabra o mis mandamientos, y no negaste mi Nombre.
Yo voy a traer de la sinagoga de Satanás a los que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; como quiera yo haré que ellos vengan y se postren a tus pies, y entenderán con eso que yo te amo.
Ya que has guardado la doctrina de mi paciencia, yo también te libraré del tiempo de tentación que ha de sobrevenir a todo el universo para prueba de los moradores de la tierra.
Mira que vengo luego: mantén lo que tienes de bueno en tu alma, no sea que otro se lleve tu corona.
Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios, de donde no saldrá jamás fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén , que desciende del cielo, y viene o trae su origen de mi Dios, y el nombre mío nuevo.
Quien tiene oído, escuche lo que dice el Espíritu a las iglesias.
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En fin, al ángel de la iglesia de Laodicea escribirás: Esto dice la misma verdad, el testigo fiel y verdadero, el principio , o causa, de las criaturas de Dios:
Conozco bien tus obras, que ni eres frío, ni caliente: ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Mas por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca.
Porque estáis diciendo: Yo soy rico y hacendado, y de nada tengo falta; y no conoces que eres un desdichado, y miserable, y pobre, y ciego, y desnudo.
Te aconsejo que compres de mí el oro afinado en el fuego, con que te hagas rico, y te vistas de ropas blancas, y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.
Yo a los que amo, los reprendo y castigo. Arde, pues, en celo de la gloria de Dios, y haz penitencia.
He aquí que estoy a la puerta de tu corazón, y llamo; si alguno escuchare mi voz y me abriere la puerta, entraré a él, y con él cenaré, y él conmigo.
Al que venciere, le haré sentar conmigo en mi trono; así como yo fui vencedor, y me senté con mi Padre en su trono.
El que tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias.
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