SCRIBE al ángel de la iglesia de Efeso: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda en medio de los siete candeleros de oro:
Conozco tus obras, y tus trabajos, y tu paciencia, y que no puedes sufrir a los malos; y que has examinado a los que dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
y que tienes paciencia, y has padecido por mi Nombre, y no desmayaste.
Pero contra ti tengo que has perdido el fervor de tu primera caridad.
Por tanto, acuérdate del estado de donde has decaído, y arrepiéntete, y vuelve a la práctica de las primeras obras; porque si no, voy a ti, y removeré tu candelero de su sitio si no hicieres penitencia.
Pero tienes esto de bueno, que aborreces las acciones de los nicolaítas, que yo también aborrezco.
Quien tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias: Al que venciere, yo le daré a comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de mi Dios.
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Escribe también al ángel de la iglesia de Esmirna: Esto dice aquel que es el primero y el último, que fue muerto, y está vivo:
Sé tu tribulación y tu pobreza, si bien eres rico en gracia y santidad; y que eres blasfemado de los que se llaman judíos, y no lo son, antes bien son una sinagoga de Satanás.
No temas nada de lo que has de padecer. Mira que el diablo ha de meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados en la fe; y seréis atribulados por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida eterna.
Quien tiene oído, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias: El que venciere no será dañado por la muerte segunda.
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Así mismo al ángel de la iglesia de Pérgamo escríbele: Esto dice el que tiene en su boca la espada afilada de dos filtros:
Bien sé que habitas en un lugar donde Satanás tiene su asiento y mantienes no obstante mi Nombre, y no has negado mi fe, aun en aquellos días en que Antipas, testigo mío fiel, fue martirizado entre vosotros donde Satanás mora.
Sin embargo, algo tengo contra ti, y es que tienes ahí secuaces de la doctrina de Balaam , el cual enseñaba al rey Balac a poner escándalo o tropiezo a los hijos de Israel, para que cayesen en pecado comiendo y cometiendo la fornicación,
pues así tienes tú también a los que siguen la doctrina de los nicolaítas.
Por lo mismo, arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto, y yo pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
El que tiene oído, escuche lo que dice el Espíritu a las iglesias: Al que venciere le daré yo a comer un maná recóndito, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita esculpido un nombre nuevo, que nadie lo sabe, sino aquel que le recibe.
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Y al ángel de la iglesia de Tiatira escríbele: Esto dice el Hijo de Dios, que tiene los ojos como llamas de fuego, y los pies semejantes al bronce fino:
Conozco tus obras, y tu fe, y caridad, y tus servicios, y paciencia, y que tus obras o virtudes últimas son muy superiores a las primeras.
Pero tengo contra ti alguna cosa, y es que permites a cierta mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñar y seducir a mis siervos, para que caigan en fornicación y coman de las cosas sacrificadas a los ídolos.
Y le he dado tiempo para hacer penitencia, y no quiere arrepentirse de su torpeza.
Yo la voy a reducir a una cama; y los que adulteran con ella, se verán en grandísima aflicción si no hicieran penitencia de sus perversas obras.
Y a sus hijos y secuaces entregaré a la muerte, con lo cual sabrán todas las iglesias que yo soy escudriñador de mentes y corazones; y a cada uno de vosotros le daré su merecido. Entretanto os digo a vosotros
y a los demás que habitáis en Tiatira: A cuantos no siguen esta doctrina, y no han conocido las honduras de Satanás, o las profundidades, como ellos llaman, yo no echaré sobre vosotros otra carga;
pero guardad bien aquello que tenéis recibido de Dios hasta que yo venga a pediros cuenta.
Y al que hubiere vencido y observado hasta el fin mis obras o mandamientos, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y ha de regirlas con varas de hierro, y serán desmenuzadas como vaso de alfarero,
conforme al poder que yo tengo recibido de mi Padre; le daré también el lucero de la mañana.
Quien tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias.
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