ARA el fin: Salmo de David. Cántico de Jeremías y de Ezequiel para el pueblo transportado al cautiverio, cuando empezaba a salir de él.
A ti, ¡oh Dios!, se te deben los himnos en Sión, y a ti se te presentarán los votos en Jerusalén .
Oye benigno mi oración. A ti vendrán todos los mortales.
Prevalecieron en nosotros las maldades; pero tú perdonarás nuestra impiedad.
Dichoso aquel a quien tú elegiste y allegaste a ti: El hablará en tu Tabernáculo. Colmados seremos de los bienes de tu casa. Santo es tu templo,
admirable por su justicia. Oye, pues, nuestras plegarias, ¡oh Dios, salvador nuestro!, tú eres la esperanza de todas las naciones de la tierra y de las más remotas islas.
Tú que das firmeza a los montes con tu poder; tú que armado de fortaleza
conmueves lo más profundo de los mares, y haces sentir el estruendo de sus olas. Se perturbarán las naciones,
y quedarán llenos de pavor los habitantes de los últimos confines de la tierra, a vista de tus prodigios. Derramarás la alegría de oriente a occidente.
Porque tú visitaste la tierra, y la has como embriagado con lluvias saludables, y la has colmado de toda suerte de riquezas. El río de Dios está rebosando en aguas, has preparado el alimento a sus habitantes; así es la buena disposición de los campos.
Hincha sus canales, multiplica sus producciones; con los suaves rocíos se regocijarán las plantas todas.
Coronarás el año de tu bondad, y serán fertilísimos tus campos.
Se pondrán lozanas las praderas del desierto, y se vestirán de gala los collados.
Se multiplicarán los rebaños de carneros y ovejas; y abundarán en grano los valles. Todos alzarán su voz, y cantarán himnos de alabanza.
الأب
ابن
الروح القدس
الملائكة
الشيطان
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