S recomiendo nuestra hermana Febe, la cual está dedicada al servicio de la iglesia de Cencrea,
para que la recibáis por amor del Señor, como deben recibirse los santos, o fieles, y le deis favor en cualquier negocio que necesitare de vosotros; pues ella lo ha hecho así con muchos, y en particular conmigo.
Saludad de mi parte a Prisca y a Aquila, que trabajaron conmigo en servicio de Jesucristo
(y los cuales por salvar mi vida expusieron sus cabezas, por lo que no solamente yo me reconozco agradecido, sino también las iglesias todas de los gentiles);
y saludad con ellos a la Iglesia de su casa. Saludad a mi querido Epéneto, primicia, o primer fruto, de Cristo en Asia.
Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros.
Saludad a Andrónico y a Junia, mis parientes y comprisioneros, que son ilustres entre los apóstoles, o ministros de la buena nueva y los cuales creyeron en Cristo antes que yo.
Saludad a Ampliato, a quien amo entrañablemente en el Señor.
Saludad a Urbano, coadjutor nuestro en Cristo Jesús , y a mi amado Estaquis.
Saludad a Apeles, probado y fiel servidor de Jesucristo.
Saludad a los de la familia de Aristóbolo. Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de casa de Narciso, que creen en el Señor.
Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan para el servicio del Señor. Saludad a nuestra carísima Pérsida, la cual asimismo ha trabajado mucho por el Señor.
Saludad a Rufo, escogido del Señor, y a su madre, que también lo es mía en el amor.
Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y a los hermanos que viven con ellos.
Saludad a Filólogo, y a Julia, a Nereo y su hermana, y a Olimpíade, y a todos los santos, o fieles, que están con ellos.
Saludaos unos a otros con el ósculo santo de la caridad. A vosotros os saludan todas las iglesias de Cristo .
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Y os ruego, hermanos, que os recatéis de aquellos que causan entre vosotros divisiones y escándalos, enseñando contra la doctrina que vosotros habéis aprendido; y evitad su compañía;
pues los tales no sirven a Cristo Señor nuestro, sino a su propia sensualidad, y con palabras melosas y con adulaciones seducen los corazones de los sencillos.
Vuestra obediencia a la fe se ha hecho célebre por todas partes, de lo cual me congratulo con vosotros. Pero deseo que seáis sabios, o sagaces, en orden al bien, y sencillos como niños en cuanto al mal.
El Dios de la paz quebrante y abata presto a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
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Os saluda Timoteo, mi coadjutor; y Lucio y Jasón y Sosípatro, mis parientes.
Os saludo en el Señor yo, Tercio, que he sido el amanuense en esta carta.
Os saluda Cayo, mi huésped, y la Iglesia toda. Os saluda Erasto, el tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
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Gloria a aquel que es poderoso para fortaleceros en mi buena nueva y en la doctrina de Jesucristo que yo predico, según la revelación del misterio de la redención; misterio que después de haber permanecido oculto en todos los siglos pasados,
acaba de ser descubierto por los oráculos de los profetas, conforme al decreto del Dios eterno, y ha venido a noticia de todos los pueblos, para que obedezcan a la fe;
a Dios, digo, que es el solo sabio, a él la honra y la gloria por Jesucristo en los siglos de los siglos. Amén.
الأب
ابن
الروح القدس
الملائكة
الشيطان
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