RATAD con caridad al que todavía es débil en la fe o poco instruido en ella, sin andar con él en disputas de opiniones.
Porque tal hay que tiene por lícito el comer de todo, mientras el débil no comerá sino legumbres, o verduras.
El que de todo come, no desprecie ni condene al que no se atreve a comer de todo; y el que no come de todo, no se meta en juzgar al que come; pues Dios le ha recibido por suyo o en su Iglesia.
¿Quién eres tú para juzgar al que es siervo de otro? Si cae, o si se mantiene firme, esto pertenece a su amo; pero firme se mantendrá, pues poderoso es Dios para sostenerlo.
Del mismo modo también uno hace diferencia entre día y día, al paso que otro tiene todos los días por iguales, cada uno obre según le dicte su recta conciencia.
El que hace distinción de días, la hace para agradar al Señor. Y el que come de todo para agradar al Señor come, pues da gracias a Dios. Y el que se abstiene de ciertas viandas, por respeto al Señor lo hace; y así es que da gracias a Dios.
Como quiera que ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno de nosotros muere para sí.
Que como somos de Dios, si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos para el Señor morimos. Ora, pues, vivamos, ora muramos, del Señor somos.
Porque a este fin murió Cristo , y resucitó, para redimirnos y adquirir un soberano dominio sobre vivos y muertos.
Ahora bien, ¿por qué tú que sigues todavía la ley condenas a tu hermano?; o ¿por qué tú que no la sigues desprecias a tu hermano que aún la guarda? No le juzgues, porque todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cris-to.
Pues escrito está: Yo juro por mí mismo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y que toda lengua o nación ha de confesar que soy Dios.
Así que cada uno de nosotros ha de dar cuenta a Dios de sí mismo.
No nos juzguemos, pues, ya más unos a otros; pensad sí, y poned cuidado en no causar tropiezo o escándalo al hermano.
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Yo bien sé, y estoy seguro según la doctrina del Señor Jesús , que ninguna cosa es de suyo inmunda, sino que viene a ser inmunda para aquel que por tal la tiene.
Mas si por lo que comes, tu hermano se estristece y escandaliza, ya tu proceder no es conforme a caridad. No quieras por tu manjar perder a aquel por quien Cristo murió.
No se dé, pues, ocasión a que se blasfeme de nuestro bien.
Que no consiste el reino de Dios en comer, ni en beber esto o aquello, sino en la justicia, en la paz y en el gozo del Espíritu Santo.
Pues el que así sirve a Cristo , agrada a Dios, y tiene la aprobación de los hombres.
En suma, procuremos las cosas que contribuyen a la paz, y observemos las que pueden servir a nuestra mutua edificación.
No quieras por un manjar destruir la obra de Dios, escandalizando al prójimo. Es verdad que todas las viandas son limpias; pero hace mal el hombre al comer de ellas con escándalo de los otros.
Y al contrario, hace bien en no comer carne, y en no beber vino, ni en tomar otra cosa por la cual su hermano se ofende, o se escandaliza, o se debilita en la fe.
¿Tienes tú una fe ilustrada?; tenla para contigo delante de Dios y obra según ella. Dichoso aquel que no es condenado por su misma conciencia en lo que resuelve.
Pero aquel que hace distinción de viandas, si come contra su conciencia, es condenado por ella misma, porque no obra de buena fe. Y todo lo que no es según la fe o dictamen de la conciencia, pecado es.
الأب
ابن
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