UIEN es misericordioso, da prestado a su prójimo; y el que tiene abierta la mano para dar, observa los mandamientos del Señor.
Préstale a tu prójimo en tiempo de su necesidad; y tú, a su tiempo, restituye lo que él te ha prestado.
Cumple tu palabra, y pórtate fielmente con él; y en todo tiempo hallarás lo que necesites.
El dinero prestado lo consideraron muchos como un hallazgo; y dieron que sentir a los que los favorecieron.
Hasta tanto que han recibido, besan las manos del que puede dar, y con voz humilde hacen grandes promesas;
mas cuando es tiempo de pagar piden espera, y dicen cosas pesadas, y murmuran; y echan la culpa al tiempo.
Y aunque se hallen en estado de pagar, pondrán dificultades; apenas volverán la mitad de la deuda, y el acreedor deberá hacer cuenta que aquello es como si se lo hubiese hallado.
Y no siendo así lo defraudarán de su dinero; y sin más ni más se ganará el acreedor un enemigo,
el cual le pagará con injurias y maldiciones, y por un honor y un beneficio recibido le volverá ultrajes.
Muchos dejan de prestar, no por dureza de corazón, sino por temor de ser burlados injustamente;
sin embargo, sé tú de alma más generosa con el humilde, y no le hagas esperar días y más días por la limosna.
En cumplimiento del mandamiento de Dios socorre al pobre, y en su necesidad no lo despidas con las manos vacías.
Pierde o gasta el dinero por amor de tu hermano y de tu amigo, y no lo escondas debajo de una losa para que se pierda, y con él tu alma.
Emplea tu tesoro según los preceptos del Altísimo, y eso te valdrá más que el oro.
Mete la limosna en el seno del pobre, y ella rogará por ti para librarte de toda suerte de males.
Peleará contra tu enemigo harto mejor que el escudo,
y la lanza de un campeón.
El hombre de bien da fianza por su prójimo;
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mas el que ha perdido el rubor, lo abandona a su suerte.
No te olvides del beneficio que te ha hecho tu fiador, pues ha expuesto por ti su hacienda y aun quizá su vida.
El pecador y el inmundo o infiel huyen del que ha sido fiador de ellos.
El pecador hace cuenta que son suyos los bienes del que ha dado fianza por él, y con corazón ingrato abandona a su libertador.
Sale uno por fiador de su prójimo; y éste, perdida toda vergüenza, lo abandona.
Fianzas indiscretas han perdido a muchos que lo pasaban bien, y los han sumergido en un mar de trabajos.
Ellas son las que trastornando a los hombres acaudalados los han hecho trasmigrar y andar errantes entre gentes extrañas.
El pecador que traspasa los mandamientos del Señor, se enredará en fianzas ruinosas; y el que se mete a tratar muchos negocios, no se verá libre de pleitos."
Sostén al prójimo según tu posibilidad; pero mira también por ti mismo, a fin de que no te precipites."
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Lo esencial de la vida del hombre es agua y pan, y vestido y casa para tener cubierto aquello que no debe dejarse ver."
Mejor es la comida del pobre, al abrigo de una choza, que banquetes espléndidos en tierra extraña donde no se tiene domicilio."
Conténtate con lo que tuvieres, sea poco o mucho, y no tendrás que sentir los improperios que se hacen a los forasteros."
Es una vida infeliz la del que va hospedándose de casa en casa; pues dondequiera que se hospede, no obrará con libertad, ni abrirá su boca."
Lo hospedará uno el cual se quejará de que da de comer y beber a ingratos; y tras esto oirá otras cosas que lo amarguen."
Vamos, le dirán al hospedado, por la mesa, y da de comer a los otros con lo que tienes a mano, o en tus alforjas."
O bien, vete afuera, que vienen unos amigos míos de distinción, y necesito mi casa; o he de alojar a un hermano mío."
Para un hombre sensato dos cosas son muy pesadas, los desprecios que recibe del patrón de la casa, y los improperios del que le ha hecho el préstamo, cuando tarda en recobrarlo."
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