RES días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, donde se hallaba la madre de Jesús .
Fue también convidado a las bodas Jesús con sus discípulos.
Y como viniese a faltar el vino, dijo a Jesús su madre: No tienen vino.
Le respondió Jesús : Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Aún no es llegada mi hora.
Dijo entonces su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.
Estaban allí seis tinajas de piedra, destinadas para las purificaciones de los judíos; en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaras.
Les dijo Jesús : Llenad de agua aquellas tinajas. Y las llenaron hasta arriba.
Les dijo después Jesús : Sacad ahora en algún vaso, y llevadle al mayordomo. Lo hicieron así.
Apenas probó el mayordomo el agua convertida en vino, como él no sabía de dónde era, aunque sabían los sirvientes que la habían sacado, llamó al esposo.
Y le dijo: Todos sirven al principio el vino mejor; y cuando los convidados han bebido ya a satisfacción, sacan el más flojo: tú al contrario has reservado el buen vino para lo último.
Así en Caná de Galilea hizo Jesús el primero de sus milagros, con que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron más en él.
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Después de esto pasó a Cafarnaúm con su madre, sus hermanos o parientes, y sus discípulos, en donde se detuvieron pocos días.
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Estaba ya cerca la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén .
Y encontrando en el templo gentes que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y cambistas sentados en sus mesas,
habiendo formado de cuerdas como un azote, los echó a todos del templo, con las ovejas y bueyes, y derramó por el suelo el dinero de los cambistas, derribando las mesas.
Y hasta a los que vendían palomas, les dijo: Quitad eso de aquí, y no queráis hacer de la casa de mi Padre una casa de tráfico.
Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me tiene consumido.
Pero los judíos se dirigieron a él, y le preguntaron: ¿Qué señal nos das de tu autoridad para hacer estas cosas?
Les respondió Jesús : Destruid este templo, y yo en tres días lo reedificaré.
Los judíos le dijeron: Cuarenta y seis años se han gastado en la reedificación de este templo, y tú lo has de levantar en tres días?
Mas él les hablaba del templo de su cuerpo.
Así, cuando hubo resucitado de entre los muertos, sus discípulos hicieron memoria de que lo dijo por esto, y creyeron, con más viva fe, a la Escritura y a las palabras de Jesús .
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En el tiempo, pues, que estuvo en Jerusalén con motivo de la fiesta de la Pascua , creyeron muchos en su nombre, viendo los milagros que hacía.
Verdad es que Jesús no se fiaba de ello, porque los conocía bien a todos,
y no necesitaba que nadie le diera testimonio acerca de hombre alguno, porque sabía él mismo lo que hay dentro de cada hombre.
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