RACION de Moisés, varon de Dios. Señor, en todas épocas has sido tú nuestro amparo.
Tú, ¡oh Dios!, eres antes que fuesen hechos los montes, o se formara la tierra y el mundo universo; eres desde siempre y por toda la eternidad.
No reduzcas el hombre al abatimiento, pues dijiste: Convertíos, ¡oh hijos de los hombres!
Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer que ya pasó, y como una de las vigilias de la noche.
Una nada son todos los años que vive.
Dura un día como el heno; florece por la mañana, y se pasa; por la tarde inclina la cabeza, se deshoja, y se seca.
Al ardor de tu ira hemos desfallecido, y a la fuerza de tu furor quedamos consumidos.
Has colocado nuestras maldades delante de tus ojos, y nuestra conducta al resplandor de tu semblante.
Por eso todos nuestros días se han desvanecido, y nosotros venimos a fallecer por tu enojo. Como una tela de araña serán considerados nuestros años.
Setenta años son los días de nuestra vida; cuando más, ochenta años en los muy robustos; lo que pasa de aquí, achaques y dolencias. Según esto, presto seremos arrebatados, pues va llegando ya la debilidad de la vejez.
Mas ¿quién podrá conocer la grandeza de tu ira, y comprender cuán terrible es tu indignación?
Danos, pues, a conocer el poder de tu diestra, y concédenos un corazón instruido en la sabiduría.
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Vuélvete hacia nosotros, Señor. ¿Hasta cuándo te mostrarás airado? Sé tú compasivo para con tus siervos.
Bien presto seremos colmados de tu misericordia; y nos regocijaremos y recrearemos todos los días de nuestra vida.
Nos alegraremos por los días que tú nos humillaste, por los años que sufrimos miserias.
Vuelve los ojos hacia tus siervos, a estas obras tuyas, y dirige tú a sus hijos.
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Y resplandezca sobre nosotros la luz del Señor Dios nuestro, y endereza en nosotros las obras de nuestras manos, y da éxito a nuestras empresas.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas