ALMO de David. Júzgame tú, oh Dios, y toma en tus manos mi causa; líbrame de la gente impía, y del hombre inicuo y engañador.
Pues tú eres, oh Dios, mi fortaleza, ¿por qué me has desechado de ti?; y ¿por qué he de andar triste, mientras me aflige mi enemigo?
Envíame tu luz y tu verdad, tu gracia y socorro; éstas me han de guiar y conducir a tu monte santo, hasta tus tabernáculos.
Y me acercaré al altar de Dios, al Dios que llena de alegría mi juventud. Cantaré tus alabanzas con la cítara, ¡oh Dios, oh Dios mío!
¿Por qué estás tú triste, oh alma mía?; y ¿por qué me llenas de turbación? Espera en Dios; porque todavía he de cantarle alabanzas, por ser él el salvador , que está siempre delante de mí, y el Dios mío.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas