LELUYA. ALEPH. Bienaventurados los que proceden sin mancilla, los que caminan según la ley del Señor.
Bienaventurados los que examinan con cuidado los testimonios del Señor o su ley santa; los que de todo corazón le buscan.
Porque los que cometen la maldad, no andan por los caminos del Señor.
Tú ordenaste que se guarden exactamente tus mandamientos.
Ojalá que sean enderezados mis pasos a observar tus justísimas leyes.
Entonces no seré confundido, cuando tuviere fijos mis ojos en todos tus preceptos.
Con sincero corazón te alabaré, porque aprendí los juicios o disposiciones de tu justicia.
Observaré tus justos decretos; no me desampares jamás.
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BETH. ¿Cómo enmendará el tierno joven su conducta? Observando tus palabras o preceptos.
Yo te he buscado con todo mi corazón; no me dejes desviar de tus mandamientos.
Dentro de mi corazón deposité tus palabras, para no pecar contra ti.
Bendito eres tú, ¡oh Señor! Enséñame tus justísimos preceptos.
Han anunciado mis labios todos los oráculos que han salido de tu boca.
Me he deleitado más que en todos los tesoros, en seguir el camino de tus preceptos.
Yo contemplaré tus mandamientos, y consideraré tus leyes.
Me deleitaré en tus preceptos, y no me olvidaré de tus palabras.
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GIMEL. Concede esta gracia a tu siervo de que viva y guarde tus palabras.
Quita el velo a mis ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley.
Peregrino soy yo sobre la tierra; no me ocultes tus preceptos.
Ardió mi alma en deseos de amar tu santa y justísima ley en todo tiempo.
Tú aterraste a los soberbios; malditos aquellos que se desvían de tus mandamientos.
Líbrame del oprobio y del desprecio; pues he guardado exactamente tus testimonios.
Hasta los príncipes se pusieron muy de asiento a deliberar contra mí; mas tu siervo contempla tus justísimos mandamientos.
Porque tus decretos son la materia de mi meditación, y tus justas leyes mi norte o consejo.
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Daleth. Pegada está contra el suelo mi alma; vuélveme la vida según tu palabra.
Te expuse el estado de mi carrera y me atendiste; amaéstrame en tus justísimas disposiciones.
Enséñame el camino de la santidad y justicia, y contemplaré tus maravillas.
Se adormeció de tedio el alma mía; comunícame vigor con tus palabras.
Aléjame de la senda de la iniquidad, y hazme la gracia de que viva según tu ley.
He escogido el camino de la verdad; tengo siempre presentes tus juicios.
Me he apoyado, Señor, en los testimonios de tu ley; no permitas que me vea confundido.
Corrí gozoso por el camino de tus mandamientos, cuando tú ensanchaste mi corazón.
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HE. Dame, ¡oh Señor!, por norma el camino de tus justísimos mandamientos, e iré siempre por él.
Dame inteligencia, y estudiaré atentamente tu ley, y la observaré con todo mi corazón.
Guíame por la senda de tus preceptos, pues ésa es la que deseo.
Inclina mi corazón a tus testimonios, y no le dejes ir en pos de la codicia.
Aparta mis ojos para que no miren la vanidad; haz que viva siguiendo tu camino o ley santa.
Haz que tu siervo se afirme en tu palabra, por medio de tu santo temor.
Aparta de mí el oprobio que yo he temido; pues tus juicios son tan amables.
Mira cómo estoy enamorado de tus santos mandamientos: hazme vivir conforme a tu justicia.
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VAU. Y venga, ¡oh Señor!, sobre mí tu misericordia; venga a mí tu salvación, según tu promesa.
Y daré por respuesta a los que me hieren que tengo puesta mi esperanza en tus promesas.
Y nunca quites de mi boca la palabra de la verdad, ya que tanto he confiado en tus promesas.
Con eso observaré siempre tu ley, para siempre y por los siglos de los siglos.
Yo caminaré con libertad y sosiego, porque busqué tus mandamientos.
Y hablaré de tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré de ellos.
Y me recrearé en tus preceptos, objeto de mi amor.
Y alzaré mis manos hacia tus mandamientos, que he amado siempre; y meditaré tus justas disposiciones.
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ZAIN. Acuérdate de la promesa que hiciste a tu siervo, con que me diste esperanza.
Ella me consoló en medio de mi humillación; y tu palabra me dio la vida.
Los soberbios me escarnecían hasta el extremo; pero yo no por eso me separé de tu ley.
Me acordé, ¡oh Señor! de tus eternos juicios, y quedé consolado.
Desmayé de dolor, por causa de los pecadores que abandonaron tu ley.
En el lugar de mi destierro eran tus justísimos mandamientos el asunto de mis cánticos.
Durante la noche me acordaba de invocar tu Nombre, oh Señor; y así guardaba exactamente tu ley.
Esto pasó en mí, porque yo procuraba observar bien tus justísimos decretos.
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HETH. Yo dije: ¡Oh Señor!, mi porción de herencia es el guardar tu santa ley.
Tu favor he implorado de todo mi corazón; apiádate de mí, según tu promesa.
He examinado mi vida, y enderezado mis pasos a la observancia de tus mandamientos.
Resuelto estoy, y nadie me arredrará de cumplir tus preceptos.
Los lazos de los pecadores me rodean por todas partes; mas yo no me olvido de tu ley.
A medianoche me levantaba a tributarte gracias por tus juicios llenos de justicia.
Yo entro a la parte, o tengo sociedad con todos los que te temen y observan tus mandamientos.
Llena está la tierra, ¡oh Señor!, de tu piedad. Amaéstrame en tus justísimos preceptos.
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TETH. Has usado de bondad, oh Señor, con tu siervo, según tu promesa.
Enséñame la bondad, la doctrina y la sabiduría; pues he creído tus preceptos.
Antes de ser yo humillado, pequé; mas ahora obedezco ya tu palabra.
Eres ¡oh Señor!, infinitamente bueno; instrúyeme, pues, por tu bondad, en tus justísimas disposiciones.
Los soberbios han forjado mil calumnias contra mí; pero yo con todo mi corazón guardaré tus mandamientos.
Se engrasó su corazón como sebo o leche cuajada; mas yo me ocupo en meditar tu santa ley.
Bien me está que me hayas humillado; para que así aprenda tus justísimos preceptos.
Mejor es para mí la ley que salió de tu boca, que millones de oro y plata.
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JOD. Tus manos, Señor, me hicieron, y me formaron; dame el don de entendimiento, y aprenderé tus mandamientos.
Me verán los que te temen, y se llenarán de gozo, porque puse toda mi esperanza en tus palabras.
He conocido, Señor, que tus juicios son justísimos; y conforme a tu verdad me has humillado.
Venga, pues, la misericordia tuya a consolarme, según la palabra que diste a tu siervo.
Venga sobre mí tu piedad, y viviré, puesto que tu ley es mi dulce meditación.
Confundidos sean los soberbios, por los inicuos atentados que han cometido contra mí; entretanto yo meditaré tus mandamientos.
Que se reúnan conmigo los que temen, y los que conocen tus sagrados testimonios.
Haz que mi corazón se conserve puro en la práctica de tus mandamientos, para que yo no quede confundido.
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CAPH. Desfallece mi alma, suspirando por la salud que de ti viene; mas yo siempre he esperado firmemente en tu palabra.
Desfallecieron mis ojos de tanto esperar tu promesa. ¿Cuándo será, Señor, decía yo, que me consolarás?
Porque me he quedado seco y árido, como un odre expuesto a la escarcha; mas con todo, no me he olvidado de tus justísimos preceptos.
¡Oh Señor! ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás justicia de mis perseguidores?
Me contaron los impíos mil fábulas y fruslerías, ¡cuán diferente es todo esto de tu santa ley!
Todos tus preceptos son la verdad pura. Me han perseguido injustamente, socórreme tú ¡oh Señor!
Poco faltó que no dieran conmigo en tierra; pero yo no dejé jamás tus preceptos.
Vivifícame, ¡oh Señor!, según tu misericordia; y observaré los mandamientos salidos de tu divina boca.
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LAMED. Eternamente, ¡oh Señor!, permanece en los cielos tu palabra.
Tu verdad durará de generación en generación. Tú fundaste la tierra, y ella subsiste.
En virtud de tu ordenación continúa el curso de los días, pues todas las cosas te sirven.
A no haber sido tu ley el objeto de mi meditación, hubiera sin duda perecido en mi angustia.
Nunca jamás olvidaré tus justísimas instituciones; pues me diste en ellas la vida.
Tuyo soy yo, Señor, sálvame, pues he investigado con ansia tus mandamientos.
Estuvieron los pecadores a la mira de mí para perderme; yo me dediqué entonces a estudiar tus divinos oráculos.
Tengo visto el fin de lo más perfecto y cumplido, sólo tu ley no tiene ningún término ni medida.
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MEM. ¡Cuán amable me es tu ley!, ¡oh Señor! todo el día es materia de mi meditación.
Con tu mandamiento o ley divina me hiciste superior en prudencia a mis enemigos; porque le tengo permanentemente ante mis ojos.
He comprendido yo más que todos mis maestros, porque tus mandamientos son mi meditación continua.
Alcancé más que los ancianos, porque he ido investigando tus preceptos.
Desvié mis pies de todo mal camino, para obedecer tus palabras.
De tus estatutos no me he desviado, porque tú me lo prescribiste por ley.
¡Oh cuán dulces son a mi paladar tus palabras!; más que la miel a mi boca.
De tus mandamientos saqué gran caudal de ciencia; por eso aborrezco toda senda de iniquidad.
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NUN. Antorcha para mis pies es tu palabra; y luz para mis sendas.
Juré, y ratifiqué el observar tus justísimos decretos.
He sido abatido, Señor, en gran manera: vivifícame según tu promesa.
Recibe, ¡oh Señor!, con agrado los espontáneos sacrificios de alabanza que te ofrecen mis labios; enséñame tus juicios.
Tengo siempre mi alma en la mano, o en un hilo; pero yo no me olvidé de tu ley.
Me tendieron los lazos los pecadores; pero yo no salí del camino de tus mandamien-tos.
He adquirido los testimonios de tu ley, para que sean eternamente mi patrimonio; pues son ellos la alegría de mi corazón.
Incliné mi corazón a la práctica perpetua de tus justísimos mandamientos, por la esperanza del galardón.
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SAMECH. Aborrecí los impíos; y amé tu santa ley.
Tú eres, Señor, mi auxilio y amparo, y en tu palabra tengo puesta toda mi esperanza.
Retiraos de mí, malignos; yo me ocuparé en estudiar los mandamientos de mi Dios.
Acógeme Señor, según tu promesa, y haz que yo viva, y no permitas que quede burlada mi esperanza.
Ayúdame, y seré salvo, y meditaré continuamente tus justos decretos.
Miraste con desprecio a todos aquellos que se desvían de tus preceptos; porque injusto es su modo de pensar.
He considerado prevaricadores a todos los pecadores de la tierra; por eso amé tus testimonios.
Traspasa con tu santo temor mis carnes, pues tus juicios me han llenado de espanto.
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AIN. He ejercido la rectitud y la justicia; no me abandones en poder de mis calumniadores.
Da la mano a tu siervo para obrar el bien; no me opriman con calumnias los soberbios.
Desfallecieron mis ojos, esperando me viniera de ti la salvación, y el cumplimiento de tu palabra.
Trata a tu siervo conforme a tu misericordia, y enséñame tus justísimos decretos.
Siervo tuyo soy yo; dame inteligencia para que comprenda tus preceptos.
Tiempo es, oh Señor, de obrar con rigor; los soberbios han echado por el suelo su ley.
Por lo mismo he amado tus mandamientos más que el oro y los topacios.
Por eso me encaminé por la senda de todos tus preceptos, y he detestado todos los caminos de la iniquidad.
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PHE. Admirables son tus testimonios: por eso los ha observado exactamente mi alma.
La explicación de tus palabras ilumina y da inteligencia a los pequeños.
Abrí mi boca, y respiré; porque estaba anhelando tus mandamientos.
Vuelve hacia mí tus ojos, y mírame con piedad, según sueles hacerlo con los que aman tu Nombre.
Endereza mis pasos según la norma de tus palabras, y haz que no reine en mí injusticia alguna.
Líbrame de las calumnias de los hombres, para que yo cumpla tus mandamientos.
Haz brillar sobre tu siervo la luz de tu divino rostro; y enséñame tus justísimos decretos.
Arroyos de lágrimas han derramado mis ojos, por no haber observado tu santa ley.
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SADE. Justo eres, oh Señor, y rectos son tus juicios.
Recomendaste estrechamente la observancia de tus preceptos, que son la misma justicia y verdad.
Mi celo me ha hecho consumir de dolor, porque mis enemigos se han olvidado de tus palabras.
Acendrada en extremo es tu palabra, y está tu siervo enamorado de ella.
Pequeño soy yo, y de poca estima; mas no he puesto en olvido tus justísimos oráculos.
Tu justicia es eterna justicia, y tu ley la verdad misma.
Me sorprendieron las tribulaciones y angustias; tus mandamientos son mi dulce meditación.
Llenos están de eterna justicia los testimonios de tu ley; dame la inteligencia de ellos, y tendré vida.
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COPH. Clamé de todo mi corazón: Escúchame, ¡oh Señor!, y haz que yo vaya en pos de tus justísimos preceptos.
A ti clamé diciendo: Sálvame de la tentación, para que yo observe tus mandamientos.
Me anticipé y clamé muy de mañana, porque esperé firmemente tus palabras.
Antes de amanecer se dirigieron hacia ti mis ojos para meditar tu ley.
Escucha, Señor mi voz según tu misericordia, y vivifícame conforme lo has prometido.
Se arrimaron a la iniquidad mis perseguidores, y se alejaron de tu ley.
Cerca estás de mí, ¡oh Señor!, y todos tus caminos son la verdad misma.
Desde el principio conocí que has establecido tus preceptos para que subsistan eternamente.
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RES. Mira, Señor, mi abatimiento, y líbrame; pues no me he olvidado de tu ley.
Sentencia tú mi causa, y libértame; por respeto a tu palabra vuélveme la vida.
Lejos está de los pecadores la salvación; porque no han cuidado de obedecer tus justísimos preceptos.
Tu misericordia, Señor, es mucha; vivifícame según tu promesa.
Muchos son los que me persiguen y atribulan; pero yo no me he desviado de tus mandamientos.
Los veía prevaricar, y me consumía de dolor al ver que no hacían caso de tus palabras.
Mira, ¡oh Señor!, cuánto he amado tus mandamientos; por tu misericordia otórgame la vida.
El principio o suma de tus palabras es la verdad; eternas son todas las disposiciones o promesas de tu justicia.
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SIN. Sin causa alguna me han perseguido los príncipes; mas mi corazón ha temido siempre tus palabras.
Me alegraré en tus promesas; como quien halla ricos despojos.
Aborrecí la injusticia, la detesté; y he amado tu santa ley.
Siete veces al día te tributé alabanzas por los oráculos de tu justicia.
Gozan de suma paz los amadores de tu ley, sin que hallen tropiezo alguno.
Yo esperaba, Señor, la salud que de ti viene; y entretanto amaba tus mandamientos.
Mi alma ha guardado tus preceptos, y los ha amado ardientemente.
He observado tus mandamientos y sagrados testimonios; porque sabía que todas mis acciones están presentes a tus ojos.
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TAU. Lleguen, ¡oh Señor!, a tu presencia mis plegarias: conforme a tu promesa dame el don de entendimiento.
Penetren mis ruegos hasta llegar ante tu acatamiento; líbrame del mal según tu palabra.
Rebosarán mis labios en himnos de alabanza, cuando tú me hayas enseñado tus justísimos oráculos.
Mi lengua anunciará tu palabra; porque todos tus preceptos son la misma equidad.
Extiende tu mano para salvarme; pues yo he preferido a todo tus mandamientos.
¡Oh Señor! ardientemente he deseado la salud que de ti viene, y tu ley es el objeto continuo de mi meditación.
Vivirá mi alma, y te alabará; y tus juicios serán mi apoyo y defensa.
He andado errante como una oveja descarriada: ven a buscar a tu siervo, porque no me he olvidado, ¡oh Señor!, de tus mandamientos.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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