Y ahora a vosotros, ¡oh sacerdotes!, se dirige esta orden: 2 Si no quisiereis escuchar, ni quisiereis asentar en vuestro corazón dar gloria a mi Nombre, dice el Señor de los ejércitos, yo enviaré sobre vosotros la miseria y maldeciré vuestras bendiciones, o bienes, y echaré sobre ellas maldición; puesto que vosotros no habéis hecho caso de mí.

3 Mirad que yo os arrojaré a la cara la espaldilla de la víctima, y os tiraré al rostro el estiércol de vuestras solemnidades, y seréis hollados como él. 4 Y conoceréis que yo os hice aquella ley, para que permaneciese firme mi alianza con Leví, dice el Señor de los ejércitos. 5 Mi alianza con él fue alianza de vida y de paz; y yo le di el santo temor mío, y él me temió, y temblaba de respeto al pronunciar el Nombre mío. 6 La ley de la verdad regía su boca, y no se halló mentira en sus labios; anduvo conmigo en paz y en equidad; y retrajo a muchos del pecado. 7 Porque en los labios del sacerdote ha de estar el depósito de la ciencia, y de su boca se ha de aprender la ley; puesto que él es el ángel del Señor de los ejércitos. 8 Pero vosotros os habéis desviado del camino, y habéis escandalizado a muchísimos, haciéndoles violar la ley; habéis hecho nula la alianza de Leví, dice el Señor de los ejércitos. 9 Por tanto, así como vosotros no habéis seguido mis caminos, y tratándose de la ley habéis hecho distinción de personas, también yo os he hecho despreciables y viles delante de todos los pueblos.

10 Pues qué, ¿no es uno mismo el padre de todos nosotros? ¿No es un mismo Dios el que nos ha creado? ¿Por qué, pues, desdeña cada uno de nosotros a su hermano, quebrantando la alianza de nuestros padres?

11 Prevaricó Judá, reinó la abominación en Israel y en Jerusalén ; porque Judá contaminó la santidad del Señor o su nación santa, amada de él, y contrajo matrimonios con hijas de un dios extraño. 12 Por eso el Señor exterminará de los tabernáculos de Jacob al hombre que esto hiciere, al maestro y al discípulo de esta abominación, y a aquel que ofrece dones al Señor de los ejércitos. 13 Y aun habéis hecho más: Habéis cubierto de lágrimas, de lamentos y de gemidos el altar del Señor; de manera que yo no vuelvo ya mis ojos hacia ningún sacrificio, ni recibiré cosa alguna de vuestras manos, que pueda aplacarme. 14 Vosotros dijisteis: ¿Y por qué motivo? Porque el Señor, responde Dios, fue testigo entre ti y la mujer que tomaste en tu primera edad, a la cual despreciaste; siendo ella tu compañera y tu esposa, mediante el pacto hecho. 15 Pues, ¿no la hizo a ella aquel Señor que es uno? ¿Y no es ella una partícula de su espíritu? Y aquel uno ¿qué es lo que quiere, sino una prole o linaje de Dios? Guardad, pues, custodiad vuestro espíritu, y no despreciéis la mujer que tomasteis en vuestra juventud. 16 Cuando tú la llegues a mirar con odio, déjala, dice el Señor Dios de Israel, mas la iniquidad te cubrirá todo, como te cubre el vestido, dice el Señor de los ejércitos. Guardad, ¡oh maridos!, vuestro espíritu, y no queráis desechar vuestra mujer.

17 Enfadosos habéis sido vosotros al Señor con vuestros discursos y con todo decís: ¿En qué le hemos causado enfado? En eso que andáis diciendo: Cualquiera que obra mal, ése es bueno a los ojos del Señor, y ése le es grato: y si no es así, ¿en dónde se halla el Dios que ejerce la justicia?
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas