EPLICANDO a esto Job, dijo:
Yo sé verdaderamente que así es, y que no hay hombre justo si se compara con Dios.
Si Dios quisiere entrar en juicio con él, no podrá responderle de mil cargos, que le hará, a uno solo.
El es el sabio de corazón y el fuerte y poderoso. ¿Quién jamás le resistió que quedase en paz?
El traslada los montes de una a otra parte, y sin que lo perciban, son abatidos y allanados por su furor.
El conmueve la tierra de su sitio, y hace bambolear sus columnas.
El manda al sol, y no nace si así lo manda; y encierra, si quiere, las estrellas como bajo sello.
El sólo extendió los cielos, y camina sobre las ondas del mar.
El hizo el Arturo, y el Orión y las Híadas, y las partes escondidas hacia el mediodía.
El hace cosas grandes e incomprensibles y maravillosas; que no tienen guarismo.
Si viene a mí, yo no lo veo; si se retira, tampoco le conozco.
Si él súbitamente pregunta, ¿quién podrá responderle, o quién podrá decirle: Por qué haces eso?
El es el Dios verdadero, a cuyo enojo nadie puede resistir, y ante cuyo acatamiento se postran los ángeles que mueven los cielos y la tierra.
¿Quién soy yo, pues, para poder contestarle, y hablar con él boca a boca?
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Aun cuando tuviere yo alguna cosa que alegar de mi parte, no la alegaré, sino que imploraré la clemencia de mi juez.
Y aun cuando prestare oídos a mis súplicas, no acabaré de creer que haya hecho méritos de mis voces.
Porque él puede oprimirme con un torbellino de males, y multiplicar mis llagas aun sin manifestar el motivo.
El no concede reposo ninguno a mi espíritu y me llena de amarguras.
Si se trata de poder es poderosísimo; si de la equidad en juzgar, nadie osa dar testimonio en favor mío.
Si yo quisiere justificarme, me condenará mi propia boca; si yo me quisiere manifestar inocente, él me convencerá de reo.
Aun cuando yo fuese inocente, eso mismo lo ignorará mi alma, y me será siempre fastidiosa mi vida.
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Una sola cosa he afirmado, y es que el Señor consume con trabajos así al inocente como al impío.
Ya que me azota, quíteme de una vez la vida, y no dirán que se ríe de las penas de los inocentes.
La tierra comúnmente es entregada en manos del impío, el cual con las riquezas venda los ojos de los jueces que la gobiernan. Y si no es el Señor quien lo dispone, decidme, ¿quién es?
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Mis días han corrido más velozmente que una posta; huyeron sin dejarme ver cosa buena.
Pasaron como naves cargadas de frutas; como el águila volando que se deja caer sobre la presa.
Que si yo digo: No hablaré más así, se altera mi semblante, y el dolor me despedaza.
De todas mis obras tenía yo recelo, sabiendo que tú no perdonas al delincuente.
Y si aun viviendo así, soy tratado como un impío, ¿para qué habré trabajado en balde toda mi vida?
Por más que me lave con aguas de nieve, y reluzcan mis manos de puro limpias,
sin embargo me harás perecer, y me tendrás como sumergido en inmundicias, y hasta mis vestidos harán asco de mí.
Porque no habré de dar mis descargos a otro hombre como yo, ni a quien puede igualmente ser citado conmigo a juicio.
Tampoco hay quien tenga autoridad sobre ambos, ni interponerse como mediador entre nosotros dos.
Aparte de sobre mí la vara de su justicia; y yo me asombre con el terror que me causa;
entonces hablaré sin que me amedrente su vista, pues estando con tanto temor, no puedo responder en mi defensa.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas