OMÓ la palabra Sofar de Naamat, y dijo:
Por eso me vienen unos tras otros varios pensamientos, y mi ánimo es arrebatado a diversas reflexiones.
Escucharé por tanto la doctrina con que me arguyes; mas el espíritu que tengo de inteligencia, responderá por mí.
Una cosa sé, y es que, desde el principio , desde que el hombre fue puesto sobre la tierra,
la gloria de los impíos dura poco, y el gozo de los hipócritas no más que un momento.
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Aunque se remonte hasta el cielo su altivez, y su cabeza toque con las nubes,
al fin será arrojado fuera como basura; y los que le habían visto, dirán: ¿Qué se hizo de él?
Cual sueño que volando se desvanece, no aparecerá; pasará como una visión nocturna.
Los ojos que lo vieron, no le verán más; ni el lugar donde moró lo reconocerá.
Sus hijos andarán consumidos de miseria, y sus mismas manos o acciones inicuas le pagarán con el dolor merecido.
Sus huesos estarán impregnados de los vicios de su mocedad; los cuales yacerán con él en el polvo del sepulcro.
Pues cuando la maldad se haya hecho ya sabrosa a su paladar, la meterá debajo de su lengua,
se saboreará en ella, y no la tragará, sino que la detendrá en su paladar.
Mas este pan de iniquidad se convertirá dentro de su vientre en hiel venenosa de áspides.
Vomitará las riquezas que hubo devorado, y se las arrancará Dios de su vientre.
Chupará la cabeza o ponzoña de los áspides; y le quitará la vida una lengua de víbora.
No verá, no, las corrientes de delicias, los ríos y torrentes de miel y de manteca.
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Pagará la pena de todo el mal que hizo, mas no por eso será consumido; a proporción de la cantidad de sus delitos serán sus tormentos.
Por cuanto oprimió y desnudó a los pobres, y usurpó cosas que no había edificado.
Su apetito fue insaciable; y cuando llegare a tener cuanto codiciaba, no podrá gozar de ello.
Nada dejó de su comida para los pobres, y por lo mismo nada de sus bienes será permanente.
Luego que se hubiere hartado, sentirá congojas, se abrasará, y se verá acometido de toda suerte de dolores.
Acabe de llenar su vientre de viandas, que Dios descargará su furioso y terrible enojo, y lloverá sobre él sus venganzas.
Huirá por un lado de las armas de hierro, y caerá por otro en las saetas del arco de bronce.
La espada empuñada y desenvainada por Dios será vibrada contra él para que sienta las amarguras de la muerte; horribles espectros irán y vendrán contra él continuamente.
Todo es tinieblas allá donde él se esconde; un fuego que no alumbra le abrasará; si quedare todavía en su casa, vivirá lleno de miserias.
Los cielos descubrirán sus injusticias, y la tierra se levantará contra él.
Quedarán abandonados los renuevos o retoños de su familia; serán arrancados de cuajo en el día de la ira de Dios.
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Tal es la suerte que al impío tiene Dios destinada, y tal la recompensa que recibirá por sus obras.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas