TODAS estas cosas las han visto mis ojos y escuchado mis oídos y una por una las tengo comprendidas; 2 y así lo que vosotros alcanzáis con vuestra ciencia, también lo alcanzo yo; no soy inferior a vosotros. 3 Con todo eso hablaré al Todopoderoso, y deseo razonar con Dios; 4 haciendo antes ver que vosotros sois unos zurcidores de mentiras y secuaces de perversos dogmas. 5 Y ojalá callarais, para que fueseis tenidos por sabios. 6 Oíd, pues, mi refutación, y estad atentos al juicio que pronunciarán mis labios. 7 ¿Acaso tiene Dios necesidad de vuestras mentiras, para que defendáis su conducta con palabras engañosas? 8 ¿Por ventura queréis prestar favor a Dios, y os esforzáis por su respeto a patrocinar su causa? 9 ¿Agradará eso a Dios, a quien nada se le puede ocultar? ¿O será engañado, como lo sería un hombre, con vuestras supercherías y lisonjas? 10 El mismo os condenará, porque solapadamente os ponéis de su parte. 11 Lo mismo será moverse él en defensa mía, que os llenará de espanto, y el terror suyo o de su nombre caerá sobre vosotros. 12 Vuestra memoria será esparcida y disipada como ceniza, y vuestras altivas cabezas reducidas a lodo.

13 Callad por un poco, a fin de que hable yo todo lo que la razón me sugiere. 14 ¿A qué propósito ha de lacerar mis carnes con mis dientes, y de traer mi alma en las manos? 15 No; aun dado que el Señor me quitare la vida, en él esperaré; en todo caso yo expondré ante su acatamiento mi conducta. 16 Y él será mi salvador ; y en verdad que no se presentará delante de sus ojos hipócrita ninguno. 17 Oíd mis razones, y aplicad vuestra atención a los enigmas que voy a deciros. 18 Si yo fuere juzgado, sé que seré declarado inocente. 19 ¿Quién es el que quiere entrar conmigo en juicio? Que venga. ¿Por qué me he de consumir callando?

20 Dos cosas solamente te pido, Dios mío, que hagas conmigo; y entonces no me esconderé de tu presencia. 21 Retira tu mano de mí, cesando de afligirme, y no me asombres con el terror tuyo. 22 Llámame a juicio, que yo te responderé; o si no, permite que yo hable, y respóndeme tú. 23 Muéstrame, Señor, cuántas maldades y pecados tengo; cuáles son mis crímenes y delitos. 24 ¿Por qué me ocultas tu rostro, y me consideras enemigo tuyo? 25 Contra una hoja, que se lleva el viento, haces alarde de tu poderío, y persigues una paja seca; 26 puesto que decretas contra mí tan amargas penas, y quieres consumirme por los pecados de mi mocedad. 27 Has metido mis pies como en un cepo; has observado todas mis acciones y notado mis pisadas o procederes; 28 siendo así que he de quedar reducido a pobre, y ser como una ropa roída por la polilla.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas