SEDIENTOS, venid todos a las aguas; y vosotros que no tenéis dinero apresuraos, comprad y comed; venid, comprad sin dinero y sin ninguna otra permuta vino y leche.

2 ¿Por qué expendéis vuestro dinero en cosas que no son buen alimento, y empleáis vuestras fatigas en lo que no puede saciaros? Escuchadme con atención; y alimentaos del buen manjar, y vuestra alma se recreará en lo más sustancioso de las viandas. 3 Prestad oídos a mis palabras, y venid a mí: Escuchad, y vuestra alma hallará vida y asentaré con vosotros alianza sempiterna, en cumplimiento de las misericordias prometidas a David.

4 He aquí que yo voy a presentarle por testigo de mi verdad a los pueblos, y por caudillo, y por maestro o legislador a las naciones. 5 He aquí que entonces, tú, ¡oh Jerusalén !, llamarás al pueblo gentil que tú no reconocías; y las naciones que no te conocían correrán a ti por amor del Señor Dios tuyo, y del Santo de Israel que te habrá llenado de gloria.

6 Buscad al Señor, mientras pueda ser hallado: invocadle mientras está cercano. 7 Abandone el impío su camino y el inicuo sus designios, y conviértase al Señor, el cual se apiadará de él, y a nuestro Dios, que es generosísimo en perdonar. 8 Que los pensamientos míos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son los caminos míos, dice el Señor; 9 sino que cuanto se eleva el cielo sobre la tierra, así se elevan mis caminos sobre los caminos vuestros, y mis pensamientos sobre los pensamientos vuestros. 10 Y al modo que la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, y la penetran, y la fecundan, a fin de que dé simiente que sembrar y pan que comer, 11 así será de mi palabra una vez salida de mi boca; no volverá a mí vacía o sin fruto, sino que obrará todo aquello que yo quiero, y ejecutará felizmente aquellas cosas a que yo la envié. 12 Por tanto saldréis con gozo de la esclavitud, y haréis en paz vuestro viaje a Jerusalén ; los montes y los collados resonarán a vuestra vista en cánticos de alabanza, y los árboles todos del país os aplaudirán meciendo sus ramas. 13 En vez de la pequeña planta del espliego se alzará el robusto abeto, y en lugar de la ortiga se verá crecer el arrayán; y el Señor tendrá desde entonces un nombre y una señal eterna que jamás desaparecerá.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas