ALLEN ante mí las islas, y tomen nuevas fuerzas las gentes; acérquense, y hablen después, y entremos juntos en juicio:
¿Quién sacó del oriente al justo Abrahán, y lo llamó para que lo siguiese? El Señor sujetó a su vista las naciones, y lo hizo superior a los reyes, que entregados al filo de su espada, y por blanco de su arco, quedaron reducidos a polvo, y como paja que arrebata el viento.
Los persiguió, pasó adelante sin desastre, tan velozmente que no se vio la huella de sus pies.
¿Quién obró y llevó a cumplimiento estas cosas? ¿Quién ya desde el principio eligió y ordenó con este fin todas las generaciones? Yo el Señor, yo que soy el primero y el último.
Lo vieron las islas, y se llenaron de temor; se pasmaron las más remotas naciones; y a pesar de eso se reunieron y se acercaron.
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Se auxiliaron mutuamente en esta loca empresa, y cada cual decía a su hermano: ¡Buen ánimo!
El broncista que trabaja a martillo, esforzaba al que batía en el yunque diciendo: Bien hecha está la soldadura; ahora asegura con clavos la estatua del ídolo, para que no se mueva.
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Mas tú ¡oh Israel!, siervo mío, tú, ¡oh Jacob !, a quien escogí, tú que eres estirpe de mi amigo Abrahán,
tú, a quien traje yo de los últimos confines de la tierra, y te llamé de sus lejanas regiones, y te dije: Siervo mío eres tú, yo te he escogido, y no te desecharé.
No temas, digo, que yo estoy contigo; no te desvíes, pues yo soy tu Dios; yo te he confortado, y te he auxiliado, y la diestra poderosa de mi Justo te ha amparado.
Sábete que quedarán confundidos y avergonzados todos aquellos que te hacen guerra; serán como si no fuesen, y perecerán los que te contradicen.
Buscarás a esos hombres que se alzan contra ti, y no los hallarás; serán como si no fuesen, y quedarán como un esqueleto cuantos te hacen guerra.
Porque yo soy el Señor tu Dios, que te tomo por la mano, y te estoy diciendo: No temas, que soy yo el que te socorro.
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No temas, gusanillo, o débil Jacob , no tienes que temer; ni vosotros los que parecéis unos muertos de Israel. Yo soy tu auxilio, dice el Señor, y el Santo de Israel es el redentor tuyo.
Yo haré que seas como un carro nuevo de trillar las mieses, armadas sus ruedas de dientes de hierro: Tú trillarás y desmenuzarás los montes, y reducirás como a polvo los collados.
Los aventarás, y el viento se los llevará, y los esparcirá el torbellino; y tú rebosarás de alegría en el Señor, y te regocijarás en el Santo de Israel.
Los pobres y menesterosos buscan agua, y no la hay; se secó de sed su lengua; yo el Señor los oiré benigno. Yo el Dios de Israel no los abandonaré.
Yo haré brotar ríos en los más altos cerros, y fuentes en medio de los campos; al desierto lo convertiré en estanques de aguas, y en la tierra árida e inhabitable haré correr copiosos arroyos.
Haré nacer en la soledad el cedro, el setim, y el arrayán, y el olivo; y en el desierto mismo produciré a un tiempo el abeto, el olmo y el ciprés,
a fin de que todos a una vean, y sepan, y consideren, y comprendan que la mano del Señor es la que ha hecho tal cosa; y que es el Santo de Israel quien la ha creado.
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Salid ahora a defender vuestra causa, dice el Señor, alegad si tenéis alguna razón fuerte, dice el rey de Jacob .
Vengan vuestros dioses y anúnciennos cuantas cosas están por suceder; declaren las antiguas que ya fueron, y estaremos atentos, y sepamos los sucesos que vendrán después; anúnciennos lo que ha de suceder.
Vaticinad, ¡oh ídolos!, lo que ha de acontecer en lo venidero y entonces conoceremos que vosotros sois dioses; haced el bien o el mal, si es que podéis hacer algo; y hablemos y discurramos juntos sobre vuestro poder.
Pero es claro que vosotros sois hechos de la nada, y de una cosa que nada es viene vuestro ser; abominable es quien os escogió para adoraros como dioses.
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Yo llamé al justo Abrahán del Norte, para que viniese del oriente; él invocó mi nombre, y pisó como lodo a los príncipes, y como el alfarero que pisa el barro.
¿Quién otro más que yo ha anunciado estas cosas desde su principio ?, decidlo a fin de que le conozcamos, y desde los tiempos antiguos, para que digamos: tienes razón, a favor tuyo está la justicia. Mas no hay entre vuestros ídolos quien profetice, ni quien prediga lo futuro, ni quien oiga siquiera las palabras de vuestra boca.
El primero dirá a Sión: Helos ahí, y daré a Jerusalén un portador de alegres nuevas.
Y yo Isaías estuve observando, y no hubo allí entre estos partidarios de los ídolos ni uno siquiera que fuese capaz de consejo, ni de contestar una sola palabra quien le preguntaba.
Luego todos son unos inicuos, y vanas son las obras de sus manos, viento y vanidad sus simulacros.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas