OH Israel!, conviértete al Señor Dios tuyo; porque por tus maldades te has precipitado.
Pensad en lo que diréis al Señor. Convertíos a él, y decidle arrepentidos: Quita de nosotros toda iniquidad, acepta este bien, o buen deseo nuestro, y te presentaremos la ofrenda de nuestras alabanzas.
No confiaremos ya en que el asirio nos salve, no montaremos confiados en los caballos de los egipcios, no llamaremos en adelante dioses nuestros a las obras de nuestras manos: porque tú, ¡oh Señor!, te apiadarás de este pueblo como de un huérfano que se pone en tus manos.
Yo curaré sus llagas, responde el Señor, los amaré por pura gracia; por cuanto se ha aplacado mi indignación contra ellos.
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Seré como el rocío para Israel; el cual brotará como el lirio, y echará raíces como un árbol del Líbano.
Se extenderán sus ramas; será bello y fecundo como el olivo, y odorífero como el árbol del incienso.
Se convertirán al Señor, y reposarán bajo su sombra; se alimentarán del trigo; se propagarán como la vid; la fragancia de su nombre será como la del vino del Líbano.
Efraín dirá entonces: ¿Qué tengo yo ya que ver con los ídolos? Y yo le escucharé benignamente, yo lo haré crecer como un alto y verde abeto; de mí tendrán origen tus frutos, ¡oh Israel!
¿Quién es el sabio que estas cosas comprenda? ¿Quién tiene talento para penetrarlas? Porque los caminos del Señor son rectos, y por ellos andarán los justos; mas los prevaricadores hallarán en ellos su ruina.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas