ÁS vale la buena reputación que los más preciosos perfumes; y mejor es el día de la muerte del justo que el día del nacimiento .
Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del festín; pues en aquélla se recuerda el paradero de todos los hombres, y el que vive considera lo que le ha de suceder un día.
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Mejor es el enojo del justo que la falsa risa del lisonjero; porque con la tristeza del semblante del justo, se corrige el corazón del pecador.
Y así el corazón de los sabios está contento en la casa donde hay tristeza, y el corazón de los necios donde hay diversión.
Más vale ser reprendido del sabio que seducido con las lisonjas de los necios.
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Porque las risas o aplausos del insensato son como el vano ruido de las espinas cuando arden debajo de la olla; y así también esto es vanidad.
La calumnia conturba aún al sabio y le hace perder la fortaleza de su corazón.
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Mejor es el fin de un discurso o negocio, que el principio . Mejor es el hombre sufrido que el arrogante.
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No seas, pues, fácil en airarte, porque la ira se abriga en el corazón del insensato.
No digas nunca: ¿De qué proviene que los tiempos pasados fueron mejores que los de ahora?, pues es esta una pregunta necia.
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La sabiduría con riquezas es más útil, y aprovecha más a los otros hombres.
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Porque como la sabiduría es un escudo, así lo es el dinero; pero la instrucción y la sabiduría de Dios tienen la ventaja de que dan vida a quien las posee.
Considera las obras de Dios, y que ninguno puede corregir o enderezar a quien él ha dejado de su mano.
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Tú, pues, en el día que tengas bueno, goza del bien, y prevente para pasar con paciencia el día malo; porque como Dios ha hecho aquél, así ha hecho éste; sin que ningún hombre tenga justo motivo para quejarse.
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He visto así mismo en los caducos y frágiles días de mi vida que perece el justo en medio de su justicia, y el impío vive largo tiempo en medio de su malicia.
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No quieras ser demasiado justo, ni saber más de lo que conviene, no sea que vengas a parar en estúpido.
No multipliques pecados sobre pecados, ni quieras ser insensato difiriendo la enmienda; no sea que te coja la muerte antes de tiempo.
Bueno es que socorras al justo; mas no por eso retires tu mano de otros que no lo son; pues quien teme a Dios a nadie desecha.
La sabiduría hace al sabio más fuerte que diez o muchos poderosos de una ciudad; pero no lo hace impecable;
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porque no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y no peque jamás.
No te pares a escuchar todas las conversaciones que se tienen, no sea que oigas a tu siervo murmurar a ti,
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ya que tu conciencia te atestigua que tú también has murmurado frecuentemente de otros.
Yo hice todo lo posible por alcanzar la sabiduría. Dije para conmigo: Yo he de llegar a ser sabio. Pero ella se desvió lejos de mí
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mucho más que antes. ¡Oh, cuán grande es su profundidad! ¿Quién podrá llegar a sondearla?
Recorrió mi espíritu todas las cosas para saber y considerar, y buscar la sabiduría y la razón, para conocer asimismo la malicia de los insensatos y el error de los imprudentes;
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y hallé al fin que es más amarga que la muerte la mujer; la cual es un lazo de cazar, y una red barredera su corazón, y sus manos unos grillos. Quien es grato a Dios huirá y se librará de ella; pero el pecador quedará preso.
Esto es lo que hallé, dijo el Eclesiastés, habiendo recorrido una cosa tras otra, para averiguar la razón de la pérdida de tantos hombres;
razón que aún anda buscando mi alma, sin haberla podido descubrir; a saber, porque entre mil hombres hallé uno, y ninguna entre las mujeres todas.
Sólo esto hallé: que Dios creó al hombre recto, y el mismo hombre se enredó en infinitas cuestiones y peligros. ¿Quién es igual al sabio? ¿Quién conoce la solución de esta difícil parábola?
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas