CHA tu pan sobre las aguas corrientes, que al cabo de mucho tiempo lo hallarás.
Repártelo a siete y aun ocho o más personas; porque no sabes tú los males que pueden sobrevenirte en la tierra.
Has como las nubes que cuando están cargadas, derraman sobre la tierra la lluvia benéfica. Si el árbol cayere hacia el mediodía, o hacia el norte, doquiera que caiga, allí quedará.
El que anda observando el viento, no siembra nunca; y el que atiende a que hay nubes, jamás se pondrá a segar.
Así como ignoras por dónde viene el espíritu al cuerpo, y la manera con que se compaginan los huesos en el vientre de la que está encinta, así tampoco puedes conocer la obra de Dios, hacedor de todas las cosas.
Siembra, pues, tu simiente desde la mañana de tu vida, y no levantes por la tarde tu mano de la labor, pues no sabes qué nacerá primero, si esto o aquello, que si naciere todo a un tiempo, tanto mejor.
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Dulce cosa es la luz de la vida, y deleitable a los ojos ver el sol.
Pero, aunque viva un hombre muchos años, y en todos ellos contento, debe no obstante acordarse del tiempo de las tinieblas, y de la cantidad de días de la eternidad; llegados los cuales, quedarán convencidas de vanidad las cosas pasadas.
Gózate, pues, ¡oh joven disoluto!, en tu mocedad; disfrute de los bienes tu alma en los floridos días de tu juventud; sigue las inclinaciones de tu corazón y lo que agrada a tus ojos; pero sábete que de todas esas cosas te pedirá Dios cuenta en el día en que te juzgue.
Por tanto arranca de tu corazón la ira, y aparta todo vicio de tu carne, puesto que la juventud y las delicias no son sino vanidad.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas