OR aquel tiempo enfermó Abía, hijo de Jeroboam.
Y dijo Jeroboam a su mujer: Anda y disfrázate, para que no seas conocida por mujer de Jeroboam; y ve a Silo, donde está el profeta Ahías, el que me predijo había de reinar yo sobre este pueblo.
Toma también contigo diez panes, una torta y una orza de miel; y ve a visitarle, que él te dirá lo que ha de acontecer a este niño.
Hizo la mujer de Jeroboam lo que éste le había dicho; y partiendo para Silo, llegó a casa de Ahías; el cual ya no veía, porque se le había ofuscado la vista a causa de su mucha edad.
Pero el Señor dijo a Ahías: Mira que aquí entra la mujer de Jeroboam a consultarte sobre su hijo que está enfermo. Esto es lo que has de responder. Pues como ella entrase disimulando ser quien era,
oyó Ahías el ruido de sus pisadas al entrar por la puerta, y dijo: Entra, esposa de Jeroboam. ¿Para qué finges ser otra? Ello es que yo tengo comisión de darte una mala nueva.
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Ve, y di a Jeroboam: Esto dice el Señor Dios de Israel: Yo te ensalcé de en medio del pueblo, y te hice caudillo de mi pueblo de Israel.
Yo dividí el reino de la casa de David, y te lo di a ti; mas tú no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandamientos, y me siguió con todo su corazón, haciendo lo que era agradable a mis ojos,
sino que has obrado peor que todos cuantos te han precedido, y te forjaste dioses ajenos y de fundición para provocarme a ira, y a mí me has desechado y vuelto las espaldas.
Por tanto yo voy a llover desastres sobre la casa de Jeroboam, y destruiré de la casa de Jeroboam hasta los perros, y así lo precioso como lo vil y desechado en Israel, y barreré los rezagos de la familia de Jeroboam, como suele barrerse la basura, hasta que no quede rastro.
Los de la casa de Jeroboam que murieren en poblado, serán comidos de los perros, y los que murieren en el campo, serán devorados por las aves del cielo; porque el Señor es el que lo ha dicho.
Anda tú, pues, ahora, y vete a tu casa; y en el punto mismo que pongas tus pies en la ciudad, morirá el hijo,
y lo llorará todo Israel, y le dará sepultura; siendo éste el único de la familia de Jeroboam que recibirá sepultura; por cuanto es el único de dicha familia a quien el Señor Dios de Israel ha mirado con agrado.
Entretanto el Señor ha escogido ya un rey para Israel, que exterminará la casa de Jeroboam en nuestros días y en este tiempo en que vivimos.
Y el Señor Dios batirá a Israel, al modo que una caña suele ser batida de las aguas; arrancará a Israel de esta buena tierra que dio a sus padres, y lo arrojará cautivo más allá del río Eufrates, en castigo de haber consagrado bosques a los ídolos para irritar al Señor.
Y abandonará el Señor a Israel por los pecados de Jeroboam, el cual no solamente pecó él, sino que hizo pecar a Israel.
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Marchó, pues, la mujer de Jeroboam; y siguiendo su camino llegó a Tersa, y al tiempo de poner el pie sobre el umbral de su casa murió el hijo.
Y lo sepultaron, y lo lloró todo Israel, conforme lo había predicho el Señor por boca de su siervo el profeta Ahías.
En cuanto a los demás hechos de Jeroboam, las guerras que tuvo y su modo de reinar, todo se halla escrito en el Libro de los Anales de los Reyes de Israel.
Reinó Jeroboam veintidós años; bajó al sepulcro como sus padres; y lo sucedió en el trono su hijo Nadab.
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Al mismo tiempo Roboam, hijo de Salomón , reinó en Judá. Cuarenta y un años tenía Roboam cuando empezó a reinar; y reinó diecisiete años en Jerusalén , ciudad escogida por el Señor entre todas las tribus de Israel, para establecer en ella su culto. Su madre era amonita, y llamábase Naama.
Y la tribu de Judá ofendió al Señor irritándole con pecados mucho mayores que los que cometieron sus padres en medio de sus maldades.
Porque erigió altares y simulacros, y bosques sobre todos los collados altos y debajo de todo árbol frondoso.
Y aun hubo también en el país hombres afeminados, que renovaron todas las abominaciones de aquellos pueblos que el Señor había destruido al presentarse los hijos de Israel.
Mas el año quinto del reinado de Roboam, vino Sesac, rey de Egipto, a Jerusalén ,
y se apoderó de los tesoros del templo del Señor, y de los tesoros del rey, y robó todas las alhajas, hasta los escudos de oro que había hecho Salomón ;
en lugar de los cuales puso Roboam escudos de cobre, entregándolos al cuidado de los capitanes de guardias y de los que hacían centinela a la puerta del palacio del rey.
Y cuando entraba el rey en el templo del Señor, llevaban estos escudos los que tenían el cargo de ir delante, y después los volvían a la armería de las guardias.
Las demás cosas de Roboam, y todo cuanto hizo, está escrito en el Libro de los Anales de los Reyes de Judá.
Y hubo siempre guerra entre Roboam y Jeroboam.
Durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David. Su madre se llamó Naama, la cual era de nación amonita. Lo sucedió en el reino su hijo Abiam.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas