SFORZADO en la guerra fue Josué, hijo de Navé, sucesor de Moisés en el don de la profecía; el cual fue grande, como denota su nombre.
Fue más que grande en salvar a los escogidos de Dios, en sojuzgar a los enemigos que se levantaban contra él, y en conseguir para Israel la herencia.
¡Cuánta gloria alcanzó teniendo levantado su brazo, y vibrando la espada contra aquellas ciudades de los amorreos!
¿Quién antes de él combatió así, o hizo estas proezas? Porque el mismo Señor le puso en sus manos los enemigos.
¿No es así que al ardor de su celo se detuvo el sol, por lo que un día llegó a ser casi como dos?
Invocó al Altísimo Todopoderoso mientras lo estaban batiendo por todos lados los enemigos; y el grande, el santo Dios oyendo su oración envió un furioso granizo de piedras de mucho peso.
Se arrojó impetuosamente sobre las huestes enemigas, y en la bajada de Bet-Horón arrolló a los contrarios;
para que conociesen las naciones el poder de Dios, contra quien no es fácil combatir. Fue siempre en pos del Omnipotente;
y en vida de Moisés hizo una obra muy buena junto con Caleb, hijo de Jefone, resolviendo hacer frente al enemigo, arredrando al pueblo de pecar, y apaciguando el sedicioso murmullo que causaron los otros exploradores.
Estos dos fueron aquellos que del número de seiscientos mil hombres salieron salvos de todo peligro, y quedaron vivos para conducir al pueblo a la posesión de la tierra que mana leche y miel.
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Y al mismo Caleb le dio el Señor gran valor, y lo conservó vigoroso hasta la vejez, para subir a ocupar la montaña de Hebrón en la tierra prometida, que fue la herencia de sus descendientes;
a fin de que viesen todos los hijos de Israel cuán bueno es el obedecer al santo Dios.
Loados sean también los jueces, cada uno por su nombre, aquellos cuyo corazón no fue pervertido, porque no se apartaron del Señor;
a fin de que sea bendita la memoria de ellos, y reverdezcan sus huesos allá donde reposan,
y dure para siempre su nombre, y pase a sus hijos con la gloria de aquellos santos varones.
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Samuel, querido del Señor Dios suyo, y profeta del Señor, estableció un nuevo gobierno, y ungió y puso reyes en su nación.
Juzgó, o gobernó, al pueblo según la ley del Señor, y Dios miró benigno a Jacob ; y Samuel por su fidelidad fue reconocido por profeta,
habiendo sido hallado fiel en sus palabras o vaticinios, como quien había visto al Dios de la luz.
Y mientras combatía contra los enemigos que lo estrechaban por todas partes, invocó al Señor Todopoderoso con la ofrenda de un cordero inmaculado.
Y tronó el Señor desde el cielo, y con gran estruendo hizo sentir su voz,
con lo que destrozó los príncipes de los tirios y a todos los caudillos de los filisteos.
Y antes que terminase su vida y saliese del mundo, protestó públicamente en la presencia del Señor y de su Ungido, o rey ungido, que de nadie había recibido dinero, ni siquiera unas sandalias; y ninguno entre todos tuvo de qué acusarle.
Después de esto murió, y se apareció al rey Saúl, y le notificó el fin de su vida, y alzó su voz desde bajo de la tierra, profetizando la destrucción de la impiedad del pueblo.
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