I una persona pecare, porque habiendo oído las palabras de uno que juró hacer algo, y pudiendo ser testigo de la cosa, o porque la vio, o porque la supo de cierto, con todo no quiso testificar, pagará la pena de su culpa.
Aquel que tocare cosa inmunda, ya sea cuerpo muerto por bestia, ya muerto de muerte natural, o bien cualquier reptil, y se trascordare de su inmundicia, no deja por eso de ser culpable, y ha cometido una falta o contraído mancha.
Del mismo modo si tocare cosa de inmundicia de algún hombre, en toda suerte de impurezas o mancha legal con que suele mancharse, y no parando la atención, después lo advirtiere, incurrirá en la pena del delito.
La persona que jurare y pronunciare con sus labios que ha de hacer algún mal o algún bien, confirmando esto con juramento y con sus palabras, y trascordada de ello, después reconociere su culpa,
haga penitencia por el pecado,
y ofrezca de los rebaños una cordera o una cabra, y el sacerdote hará oración por dicha persona y por su pecado.
Pero si no pudiere ofrecer una res, ofrezca al Señor dos tórtolas o dos pichones, uno por el pecado y otro en holocausto,
y los entregará al sacerdote; el cual, ofreciendo el uno por el pecado, le retorcerá la cabeza hacia las alitas, de manera que quede pegada al cuello y no enteramente separada.
Y rociará con su sangre la pared del altar, y destilará al pie de él toda la restante, porque es sacrificio por el pecado.
Y quemará el otro en holocausto, como se acostumbra hacer; y el sacerdote orará por este hombre y por su pecado, y se le perdonará.
Mas si no tuviere posibilidad para ofrecer dos tórtolas o dos pichones, ofrecerá por su pecado la décima parte de un efi de flor de harina, en que no ha de mezclar aceite, ni poner encima incienso alguno, pues es ofrenda por el pecado.
Y la entregará al sacerdote; el cual, tomando de ella un puñado entero, la quemará sobre el altar en memoria del que la ofrece,
rogando por él, y purificándole; pero la porción restante la retendrá el sacerdote para sí, como don que le pertenece.
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Habló asimismo el Señor a Moisés diciendo:
Si alguno peca por error, faltando a las ceremonias en las cosas consagradas al Señor, ofrecerá por su pecado un carnero sin tacha de los rebaños, que puede comprarse por dos siclos, según el peso del santuario;
y resarcirá el daño que ocasionó, y añadirá además una quinta parte, entregándola al sacerdote; el cual hará oración por él, ofreciendo el carnero, y quedará perdonado.
Si un hombre peca por ignorancia, haciendo alguna cosa de las prohibidas por la Ley de Dios; y siendo culpable reconoce su culpa,
ofrecerá un carnero sin tacha de los rebaños al sacerdote, a medida y proporción del pecado; el sacerdote rogará por él, pues lo hizo sin advertencia y quedará perdonado,
porque por yerro delinquió contra el Señor.
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