L Señor, pues, envió Natán a David, al cual dijo Natán luego de llegado: Había dos hombres en una ciudad de tu reino, el uno rico y el otro pobre.
Tenía el rico ovejas y bueyes en grandísimo número.
El pobre no tenía nada más que una ovejita que había comprado y criado, y que había crecido en su casa entre sus hijos, comiendo de su pan y bebiendo en su vaso, y durmiendo en su seno, y la quería como si fuese una hija suya.
Mas habiendo llegado un huésped a casa del rico, no quiso éste tocar a sus ovejas, ni a sus bueyes para dar el convite al forastero que le había llegado; sino que quitó la ovejita al pobre, y la aderezó para dar de comer al huésped que tenía en casa.
Oído esto, David, altamente indignado contra aquel hombre, dijo a Natán: Vive Dios que hombre que tal hizo es reo de muerte.
Pagará cuatro veces la oveja, por haber hecho ese atentado, y no haber tenido consideración al pobre.
Dijo entonces Natán a David: Ese hombre eres tú. Esto es lo que dice el Señor Dios de Israel: Yo te ungí rey de Israel, y te libré de la mano de Saúl.
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Te di la casa de tu señor, y puse a tu arbitrio sus mujeres; te hice dueño también de la casa de Israel y de Judá; y si esto es poco, te añadiré aun cosas mucho mayores.
¿Cómo, pues, has vilipendiado mi palabra, haciendo el mal delante de mis ojos? A Urías, heteo, le hiciste perder la vida, y has tomado su mujer para mujer tuya, matándole a él con la espada de los hijos de Amón.
Por lo cual no se apartará jamás de tu casa la espada de la muerte, porque me has despreciado y has quitado la mujer a Urías, heteo, para que fuese mujer tuya.
He aquí, pues, lo que dice el Señor: Yo haré salir de tu propia casa los desastres contra ti, y te quitaré tus mujeres delante de tus ojos, se las daré a otro, el cual dormirá con ellas a la luz de este sol.
Porque tú has cometido el pecado ocultamente; pero yo haré esto que digo a vista de todo Israel y a la luz misma del sol.
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Dijo David a Natán: Pequé contra el Señor. Le respondió Natán: También el Señor, que ve tu dolor, te ha perdonado el pecado. No morirás.
Pero como tú has sido causa de que los enemigos del Señor hayan blasfemado contra él, el hijo que te ha nacido del adulterio, morirá irremisiblemente.
Dicho esto, se retiró Natán a su casa. En efecto, el Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y fue desahuciado.
No obstante, David rogó al Señor por el niño, y ayunó con rigor extremado; y retirándose aparte se estuvo postrado en tierra.
Fueron a él los más ancianos o principiantes de sus domésticos, para obligarle a fuerza de ruegos a que se levantase del suelo; mas él no quiso hacerlo, ni tomar con ellos alimento.
Murió el día séptimo el infante, y los criados de David temían darle la noticia de la muerte, porque decían: Si cuando aún el niño vivía, le hablábamos y no quería escucharnos, ¿cuánto más se afligirá ahora, si le decimos que el niño ha muerto?
David observando que sus criados andaban en murmullos, conoció ser muerto el niño; y así les dijo: ¿Es que ha muerto ya el niño? Y respondieron: Ha muerto.
Entonces David se levantó del suelo; se lavó y se ungió; y mudando de ropa, entró en la casa del Señor, y lo adoró. Pasando después a su palacio, pidió que le pusiesen la mesa, y comió.
Y le dijeron sus criados: ¿De qué provendrá esto? Tú ayunabas y llorabas por el niño cuando aún vivía, y ahora que ha muerto, te has levantado y has comido.
Les respondió David: He ayunado y llorado por el niño mientras vivía, porque decía yo: ¿Quién sabe si el Señor me lo dejará, y quedará con vida el niño?
Mas ahora que ya ha muerto, ¿a qué fin he de ayunar? Por ventura ¿podré restituirle a la vida? Antes bien iré yo a él; pero él no volverá a mí.
Consoló después David a Betsabé, su esposa; y estuvo, y durmió con ella; la cual le dio un hijo, a quien David puso por nombre Salomón , y a quien amó el Señor.
Y por medio del profeta Natán le puso también el nombre de Amado del Señor, en atención al amor que el Señor le tenía.
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Entretanto prosiguió Joab el asedio de Rabbat de los amonitas; y estando para dar el asalto a esta ciudad regia,
remitió correos a David, diciendo: He combatido a Rabbat, y está para ser tomada la ciudad de las aguas.
Junta, pues, ahora el resto del ejército, y ven a batir la ciudad y tomarla; a fin de que, conquistándola yo, no se me atribuya a mí el honor de la victoria.
Juntó, pues, David todas las tropas, y marchó contra Rabbat, y la tomó por asalto.
Y quitó de la cabeza de su rey la corona, que pesaba un talento de oro, y tenía piedras preciosísimas; la cual fue puesta sobre la cabeza o trono de David. Además de esto, llevó de la ciudad muchísimos despojos.
A los habitantes los sacó fuera, y mandó que unos fuesen aserrados, haciendo pasar sobre otros narrias o carros con ruedas de hierro, y despedazarlos con cuchillos y arrojarlos en los hornos de ladrillos. Así trató a todas las ciudades de los amonitas. En seguida volvió David con todo su ejército a Jerusalén .
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