SÍ que lo oyó el rey Ezequías , rasgó sus vestiduras, y se cubrió de un saco, y se fue a la casa del Señor.
Y envió a Eliacim, su mayordomo mayor, y a Sobna, su secretario, y a los más ancianos de los sacerdotes cubiertos de sacos, a hablar a Isaías profeta, hijo de Amós,
los cuales le dijeron: Esto dice Ezequías : Día es éste de tribulación, y de amenazas y de blasfemias; llegaron los hijos hasta el punto de nacer; pero la que está de parto no tiene fuerzas para darlos a luz.
Mas el Señor Dios tuyo habrá sin duda oído todas las palabras de Rabsaces, enviado de su amo, el rey de los asirios, a ultrajar al Dios vivo, y a llenarlo de denuestos con las palabras que acaba de escuchar el Señor tu Dios; haz, pues oración por estos pocos israelitas que han quedado.
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Fueron, pues, con este mensaje los ministros del rey Ezequías a Isaías.
Y les dijo Isaías: Esto diréis a vuestro amo: Así habla el Señor: No tienes que intimidarte por las palabras que has oído, con las cuales han blasfemado contra mí los criados del rey de los asirios.
Yo voy a enviarle cierto espíritu, y oirá una nueva, y se volverá a su país, donde le haré parecer al filo de la espada.
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Entretanto Rabsaces, habiendo sabido que el rey de los asirios se había ido de Laquís, volvió, y lo halló batiendo a Lobna.
Mas Sennaquerib, habiendo oído que Taraca, rey de Etiopía, había salido a campaña contra él al tiempo de marchar contra este rey envió embajadores a Ezequías , diciéndole:
Esto diréis a Ezequías , rey de Judá: No te dejes engañar del Señor Dios tuyo, en quien pones tu confianza; y no digas: Jerusalén no será entregada en poder del rey de los asirios.
Ya que tú mismo has oído lo que han hecho los reyes de los asirios en todos los demás países, y cómo los han asolado. ¿Serás por ventura tú solo el que podrás librarte?
¿Acaso los dioses de las naciones libraron a algunas de aquellas que fueron exterminadas por mis padres, es a saber, a Gozán, y Harán, y Resef, y a los hijos de Edén que estaban en Telasar?
¿Dónde está el rey de Emat, y el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaím, y de Ana y de Ava?
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Luego que Ezequías recibió la carta de mano de los embajadores, y la hubo leído, se fue al templo del Señor, y la extendió delante del Señor,
y oró en su acatamiento, diciendo: Señor Dios de Israel, que estás sentado sobre los querubines, tú eres el solo Dios de todos los reyes de la tierra; tú creaste el cielo y la tierra.
Inclina tus oídos, y escucha: abre, ¡oh Señor!, tus ojos, y mira; oye todas las palabras blasfemas de Sennaquerib, el cual ha enviado a blasfemar entre nosotros del Dios vivo.
Cierto es Señor, que los reyes de los asirios han desolado las gentes y todas sus tierras,
y han arrojado al fuego a sus dioses, y los han destruido, porque no eran dioses, sino obras de la mano del hombre, hechas de madera y de piedra.
Ahora, pues, ¡oh Señor Dios nuestro!, sálvanos de la mano de éste; para que sepan todos los reinos de la tierra que tú eres el Señor, el solo Dios.
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Entonces Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías : Esto dice el Señor Dios de Israel: He oído la plegaria que me has hecho acerca de Sennaquerib, rey de los asirios.
He aquí la sentencia que contra él ha pronunciado el Señor: La virgen hija de Sión te ha menospreciado y escarnecido; detrás de ti ha meneado su cabeza la hija de Jerusalén .
¿A quién piensas que has insultado tú, y de quién has blasfemado? ¿Contra quién has levantado la voz y alzado en alto tus ojos insolentes? Contra el Santo de Israel.
Por la boca de tus siervos has denostado al Señor, y has dicho: Con la muchedumbre de mis carros armados he subido sobre los montes encumbrados, a la cima del Líbano, y he cortado sus altos cedros y sus mejores abetos o hayas; he penetrado hasta sus últimos extremos; y las frondosas selvas de su Carmelo
yo las he cortado. Yo he bebido las aguas ajenas, y con mi tránsito he agotado todas las aguas encerradas.
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Pues, ¿no has oído decir tú lo que yo hice desde el principio ? Desde antes de los siglos primeros tengo yo ideado esto para castigo suyo, y ahora lo ejecuto; las ciudades fuertes por sus valerosos combatientes, quedarán reducidas a unas colinas desiertas.
Y los que las habitaban, quedando faltos de fuerza en sus brazos, temblaron y se amilanaron; y vinieron a quedar como el heno del campo y como la hierba verde de los tejados, que se seca antes de llegar a sazón.
Yo desde el principio preví también tu habitación, tus salidas y tus entradas y tu marcha, y el furor con que te alzarías contra mí.
Tú has enloquecido contra mí, ha llegado hasta mis oídos el ruido de tu soberbia. Yo te pondré pues, un anillo en tus narices y una mordaza en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.
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A ti, oh Ezequías , te doy esta señal: Come este año lo que hallares, y el año siguiente lo que por sí mismo naciere; pero al tercer año sembrad y segad; plantad viñas y comed sus frutos.
Y todo lo que restare de la casa de Judá, echará otra vez hondas raíces, y afuera producirá frutos;
porque de Jerusalén saldrán unos restos de pueblo, y de ese monte Sión saldrá la gente que se ha de salvar. Esto es lo que hará por su pueblo el celo del Señor de los ejércitos.
Por lo cual he aquí lo que acerca del rey de los asirios dice el Señor: No pondrá el pie en esta ciudad, ni disparará contra ella saeta alguna, ni el soldado cubierto con su broquel la asaltará ni la cercará con trincheras.
Por el camino que ha venido se volverá, y no entrará en la ciudad, dice el Señor.
Pues yo ampararé a esta ciudad, y la salvaré por amor de mí y por amor de David, siervo mío.
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En efecto, aquella noche vino el ángel del Señor, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Y levantándose muy de mañana el rey de los asirios Sennaquerib, vio todos aquellos cuerpos muertos, y levantó el campo, y se marchó;
y volvió a Nínive, donde fijó su asiento,
y mientras que estaba adorando en el templo a su Dios Nesroc, lo mataron a puñaladas sus hijos Adramelec y Sarasar, y huyeron a tierra de los armenios, reinando en su lugar su hijo Asaraddón.
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