NTONCES dijo Balaam a Balac: Levántame aquí siete altares o aras, y prepara otros tantos becerros, e igual número de carneros.
Después de haberlo hecho conforme había pedido Balaam , pusieron un becerro y un carnero sobre cada altar.
Dijo entonces Balaam a Balac: Aguárdate un poco junto a tu holocausto, mientras yo voy a ver si quizá el Señor viene a mi encuentro, en cuyo caso te diré todo lo que me mandare.
Partido a toda prisa, le salió Dios al encuentro, y hablando con él Balaam : Siete altares, dijo, he erigido, y he puesto encima de cada uno un becerro y un carnero.
Mas el Señor le sugirió lo que había de responder a Balac.
Habiendo vuelto, halló a Balac que estaba aguardando junto a su holocausto, con todos los príncipes de los moabitas.
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Y usando de su estilo profético, dijo: De Aram, de los montes del Oriente me ha traído Balac rey de los moabitas: Ven, dijo, y maldice a Jacob ; Date prisa y echa imprecaciones contra Israel.
¿Cómo he de maldecir yo a quien Dios no maldijo? ¿Cómo quieres que yo deteste a quien no detesta el Señor?
De lo alto de los riscos me pondré a mirarle, y desde las colinas le contemplaré. Pueblo que habitará separado, y no se contará en el número de las demás naciones.
¿Quién podrá contar los granitos de polvo o la descendencia de Jacob , ni averiguar el número de los hijos de Israel? Ojalá pueda yo lograr el morir como los justos, y que sea mi fin semejante al suyo.
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Al oír esto Balac dijo a Balaam : ¿Qué es lo que haces? Te he llamado para que maldijeras a mis enemigos, y tú al contrario les echas bendiciones.
Pero él respondió: Pues que, ¿puedo hablar yo otra cosa sino lo que me ha ordenado el Señor?
Dijo, pues, Balac: Ven conmigo a otro lugar de donde veas una parte de Israel, y no puedas ver todo el campamento; desde allí le maldecirás.
Y habiéndole conducido a un sitio elevado sobre la cumbre del monte Fasga, erigió Balaam siete altares, y habiendo puesto sobre cada uno un becerro y un carnero,
dijo a Balac: Estáte aquí junto a tu holocausto, mientras yo voy allá al encuentro del Señor.
Y habiendo salido el Señor al encuentro de Balaam , y sugerídole lo que había de responder, le dijo: Vuelve a Balac, y le dirás todo eso.
Vuelto que hubo, le halló junto a su holocausto con los príncipes de los moabitas. Le preguntó Balac: ¿Qué es lo que ha dicho el Señor?
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A lo que tomando él su tono profético, dijo: Prepárate, ¡oh! Balac, y escucha: Atiende, hijo de Sefor;
no es Dios como el hombre para que mienta, ni como hijo de hombre para estar sujeto a mudanza. ¿Cuándo él, pues, ha dicho una cosa, no lo hará? ¿Habiendo hablado, no cumplirá su palabra?
He sido traído acá para bendecir; yo no puedo menos de bendecir a ese pueblo.
No hay ídolo en la estirpe de Jacob , ni se ve simulacro en Israel. El Señor su Dios está con él, y en él resuena ya el sonido de las trompetas en señal de la victoria de su rey.
Lo sacó Dios de Egipto; y es semejante a la del rinoceronte su fortaleza.
No hay en Jacob agüeros, ni hay adivinos en Israel. A su tiempo se dirá a Jacob y a Israel lo que habrá hecho Dios en medio de ellos.
He aquí un pueblo que asaltará como leona, y como león se erguirá: no se acostará hasta que trague la presa y beba la sangre de los que habrá degollado.
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Dijo entonces Balac a Balaam : Ya que no le maldices, tampoco le bendigas.
Pues que, respondió Balaam , ¿no te dije que yo habría de hacer todo cuanto el Señor me mandase?
Le dijo entonces Balac: Ven y te llevaré a otro sitio; por si place a Dios que desde allí los maldigas.
Y habiéndole llevado sobre la cima del monte Foyor, que mira al desierto,
le dijo Balaam : Levántame aquí siete altares, y prepara otros tantos becerros y el mismo número de carneros.
Hizo Balac lo que Balaam había dicho, y puso un becerro y un carnero sobre cada ara.
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