veinticuatro días del mes sexto, año segundo del rey Darío.
En el mes séptimo, a veintiún días del mes, habló el Señor al profeta Ageo, diciéndole:
Habla a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josedec, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, y diles:
¿Quién ha quedado de todos vosotros que haya visto este templo en su gloria primera? ¿Y qué tal os parece él ahora? ¿Por ventura no es como nada ante vuestros ojos?
Pues ahora, ¡oh Zorobabel!, ten buen ánimo, dice el Señor, buen ánimo también, ¡oh Josué, hijo de Josedec, sumo sacerdote; y buen ánimo tú, pueblo todo del país!, dice el Señor de los ejércitos, y cumplid, pues yo estoy con vosotros, dice el Señor de los ejércitos,
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el pacto que hice con vosotros cuando salíais de la tierra de Egipto; y mi espíritu estará en medio de vosotros. No temáis.
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Porque esto dice el Señor de los ejércitos: Aún falta poco tiempo y yo pondré en movimiento el cielo y la tierra, y el mar y todo el universo.
Y pondré en movimiento las gentes todas, porque vendrá el deseado de todas las gentes; y henchiré de gloria este templo, dice el Señor de los ejércitos.
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Por lo demás mía es la plata, dice el Señor de los ejércitos, y mío el oro.
La gloria de este último templo será grande, será mayor que la del primero, dice el Señor de los ejércitos, y en este lugar daré yo la paz o felicidad, dice el mismo Señor de los ejércitos.
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A veinticuatro días del mes noveno, en el año segundo del rey Darío, el Señor habló al profeta Ageo, y le dijo:
Esto dice el Señor de los ejércitos: Propón a los sacerdotes esta cuestión legal:
Si un hombre llevare carne santificada en una extremidad de su vestido, y tocare con la orla de él pan o vianda, o vino, o aceite, u otra cosa de comer, ¿quedará acaso santificada la tal cosa? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: No.
Y añadió Ageo: Si alguno que está inmundo por razón de un muerto tocare alguna de todas estas cosas, ¿quedará por ventura inmunda la cosa que tocó? Y respondieron los sacerdotes diciendo: Inmunda quedará.
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A lo que repuso Ageo, y dijo: Así es este pueblo, y así es esta gente delante de mí, dice el Señor, y así sucede con todas las obras de sus manos; pues todo cuanto han ofrecido en este lugar, todo es inmundo.
Y reflexionad ahora vosotros lo sucedido desde este día atrás, antes que comenzaseis a construir el templo del Señor,
cuando acercándoos a un montón de mieses, que parecía de veinte celemines, venía a quedar en diez; y yendo al lagar para sacar cincuenta cántaros, no sacabais más de veinte,
yo destruí con viento abrasador, y con plagas, y con pedrisco todas las labores de vuestras manos; y no hubo entre vosotros quien se convirtiese a mí, dice el Señor.
Pero fijad vuestra atención desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del mes noveno, desde el día en que se echaron los cimientos del templo del Señor, parad vuestra atención.
¿No veis cómo aún no han nacido las simientes, y que las viñas, y las higueras, y los granados, y los olivos no están en flor? Pues yo desde este día les echaré mi bendición.
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Y habló el Señor por segunda vez a Ageo, a los veinticuatro días del mes y le dijo:
Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, y dile: Yo pondré en movimiento a un tiempo el cielo y la tierra,
y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré el poder del reino de las gentes, y volcaré los carros de guerra, y los que van sobre ellos, y caerán muertos los caballos y los que los montan, cada uno bajo el filo de la espada de su hermano.
En aquel tiempo, dice el Señor de los ejércitos, yo te ensalzaré, ¡oh Zorobabel, hijo de Salatiel, siervo mío!, dice el Señor, y te tendré como un anillo de sellar; pues a ti te he escogido, dice el Señor de los ejércitos.
父亲
圣子
圣灵
天使
撒旦
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