ESPUÉS de esto se coligaron los hijos de Moab y los hijos de Amón, y con ellos algunos amonitas, contra Josafat para hacerle gue-rra.
Y llegaron unos mensajeros a avisar a Josafat, diciendo: Viene contra ti una gran muchedumbre de los países de la otra parte del mar muerto , y de la Siria; y ahora están acampados en Asasontamar, por otro nombre Engaddi.
Con esto Josafat, atemorizado, se dedicó todo a suplicar al Señor, y ordenó un ayuno a todo el pueblo de Judá.
Y se juntó el pueblo de Judá para implorar el socorro del Señor, y toda la gente venía desde sus ciudades a presentarle sus ruegos.
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Y puesto Josafat en medio del concurso de Judá y de Jerusalén en el templo del Señor delante del atrio nuevo,
dijo: Señor Dios de nuestros padres, tú eres el Dios del cielo y el dueño de todos los reinos de las naciones; en tus manos están la fortaleza y el poder, y nadie puede resistirte.
¿No es así que tú, oh Dios nuestro, acabaste con todos los moradores de esta tierra delante de Israel, tu pueblo, y se la diste para siempre a los descendientes de tu amigo Abrahán?
Los cuales la habían habitado, y erigido en ella un santuario a tu Nombre, diciendo:
Si descargaren males sobre nosotros, la espada vengadora, o peste, o hambre, nos presentaremos en tu acatamiento dentro de esta casa en que ha sido invocado tu Nombre, y clamaremos a ti en nuestras tribulaciones, y tú nos oirás y nos salvarás.
Ahora, pues, los hijos de Amón y los de Moab, y los de la montaña de Seir, por cuyas tierras no permitiste que pasase Israel al salir de Egipto, antes se desvió Israel de ellos, y no los mató:
he aquí que proceden al contrario, y hacen todo esfuerzo para arrojarnos del país, cuya posesión nos diste.
¡Oh Dios nuestro! ¿y no castigarás tú esas gentes? En nosotros ciertamente no hay tanta fuerza que podamos resistir a esa multitud que nos acomete. Mas no sabiendo lo que debemos hacer, no nos queda otro recurso que volver a ti nuestros ojos.
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Estaba a la sazón todo Judá delante del Señor con los niños, mujeres e hijos.
Se hallaba allí Jahaziel, hijo de Zacarías, hijo de Banaías, hijo de Jehiel, hijo de Matamías, levita, de la familia de Asaf, y entró en él el espíritu del Señor, en medio de aquel concurso,
y dijo: Atención, oh pueblo de Judá, y vosotros habitantes de Jerusalén , y tú, oh rey Josafat: Esto os dice el Señor: No tenéis que temer ni acobardaros a vista de esa muchedumbre, porque el combate no está a cargo vuestro, sino de Dios.
Mañana marcharéis contra ellos, pues han de subir por la cuesta llamada Sis, y los encontraréis en la extremidad del torrente que corre hacia el desierto de Jeruel.
No tendréis vosotros que pelear; manteneos solamente a pie firme con confianza, y veréis, oh habitantes de Judá y Jerusalén , el socorro del Señor sobre vosotros; no tenéis que temer ni acobardaros; mañana saldréis contra ellos, y el Señor estará con vosotros.
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Al oír esto Josafat y el pueblo de Judá, y los habitantes todos de Jerusalén , se postraron rostro por tierra ante el Señor.
Al mismo tiempo los levitas del linaje de Caat y del linaje de Coré, cantaban alabanzas al Señor Dios de Israel con grandes voces, que llegaban hasta el cielo.
Y a la mañana siguiente poniéndose en movimiento, tomaron el camino del desierto de Tecue; y comenzada la marcha, Josafat, puesto en medio de ellos, dijo: Oídme, varones de Judá, y vosotros habitantes todos de Jerusalén : Confiad en el Señor Dios vuestro, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y todo irá felizmente.
Hizo después sus advertencias al pueblo, y señaló cantores del Señor, para que distribuidos en coros cantasen sus alabanzas, y precediendo al ejército, dijesen todos a una voz: Glorificad al Señor, porque es eterna su misericordia.
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Luego que dieron principio al canto, convirtió el Señor contra sí mismos las estratagemas de los enemigos, es decir, de los amonitas, y de los moabitas, y de los pueblos de la montaña de Seir, que habían venido para pelear contra Judá, y quedaron derrotados.
Porque los amonitas y moabitas se levantaron contra los moradores de la montaña de Seir, los destrozaron y acabaron con ellos; y ejecutado esto, volviendo luego las armas contra sí mismos, se mataron unos a otros a cuchilladas.
Los de Judá, así que llegaron a la altura desde donde se descubre el desierto, vieron a lo lejos todo aquel espacioso campo cubierto de cadáveres, y que ni uno siquiera había escapado a la mortandad.
Llegó, pues, Josafat con todo su ejército para coger los despojos de los muertos; y hallaron entre los cadáveres muchas alhajas, y vestidos, y vasos preciosísimos, y lo cogieron todo; siendo tanto el botín, que no sabían cómo llevarlo, ni pudieron en tres días recoger todos los despojos.
Finalmente, el cuarto día se reunieron en el valle de Bendición; pues por haber ellos bendecido allí al Señor, dieron a aquel lugar el nombre de valle de Bendición, que conserva hasta hoy día.
Desde donde toda la tropa de Judá y los habitantes de Jerusalén regresaron a esta ciudad, precedidos de Josafat, alegres sobremanera por haberles concedido el Señor el triunfar de sus enemigos.
Y entraron en Jerusalén y en la casa del Señor al son de los salterios, y de cítaras, y de trompetas.
Y se derramó el terror del Señor sobre todos los reinos cercanos, así que oyeron cómo el Señor había peleado contra los enemigos de Israel.
Con esto quedó en paz el reino de Josa-fat, y le dio el Señor tranquilidad por todas partes.
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De esta suerte reinó Josafat sobre Judá: siendo de treinta y cinco años cuando comenzó a reinar; y reinó veinticinco años en Jerusalén ; su madre se llamó Azuba, hija de Selahí.
E imitó a su padre Asá, sin degenerar de él en cosa alguna, haciendo lo que era grato a los ojos del Señor.
Aunque no quitó los lugares altos, y el pueblo no había aún enderezado bien su corazón al Señor Dios de sus padres.
Los demás hechos de Josafat desde el principio al fin están escritos en el Libro de Jehú, hijo de Hanani, que los insertó en el Libro de los Reyes de Israel.
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Al cabo Josafat, rey de Judá, muerto Acab, contrajo amistad con Ocozías, rey de Israel, cuyas obras fueron sumamente impías.
Y se unió con él para construir naves que hiciesen el viaje a Tarsis, y formaron una armada en Asiongaber.
Mas Eliezer, hijo de Dodau de Maresa, profetizó a Josafat, diciendo: Por cuanto has hecho liga con Ocozías, el Señor ha destruido tus designios. En efecto, las naves dieron al través, y no pudieron hacer el viaje a Tarsis.
父亲
圣子
圣灵
天使
撒旦
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