ALABRAS que el Señor dirigió a Jeremías en tiempo de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, diciéndole:
Anda, ve a la familia de los recabitas, y habla con ellos, y condúcelos a la casa o templo del Señor, a uno de los aposentos de los tesoros o repuestos, y preséntales vino para que beban.
Llevé, pues, conmigo a Jezonías, hijo de Jeremías, hijo de Habsanías, y a sus hermanos, y a todos sus hijos, y a la familia toda de los recabitas;
y los introduje a la casa del Señor, en el aposento llamado de los Tesoros, donde estaban los hijos de Hanán, hijo de Jegedelías, varón de Dios; aposento que estaba junto al tesoro de los príncipes, sobre la tesorería de Maasías, hijo de Sellum, el cual era el guarda del atrio del templo.
Y presenté a los hijos de la casa de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino.
Mas ellos respondieron: No lo beberemos porque nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, nos dejó este precepto: Nunca jamás beberéis vino, ni vosotros, ni vuestros hijos;
no edificaréis casa, ni sembraréis granos, ni plantaréis viñas, ni las poseeréis; sino que habitaréis en tiendas todos los días de vuestra vida, a fin de que viváis mucho tiempo sobre la tierra de Israel, en la cual sois vosotros peregrinos.
Hemos, pues, obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, en todo cuanto nos dejó mandado, y por eso no bebemos vino en toda nuestra vida nosotros, ni nuestras mujeres, ni los hijos, ni las hijas;
ni construimos casas para nuestra habitación, ni tenemos viñas, ni campos, ni sementeras;
sino que habitamos en tiendas de campaña, y hemos sido obedientes a todos los preceptos que nos dejó Jonadab, nuestro padre.
Pero habiendo entrado Nabucodonosor, rey de Babilonia, en nuestra tierra, hemos dicho: Vámonos y retirémonos a Jerusalén , para huir del ejército de los caldeos y del ejército de la Siria; y por eso nos estamos en Jerusalén .
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Entonces el Señor habló a Jeremías, diciendo:
Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Anda y di al pueblo de Judá, y a los habitantes de Jerusalén : ¿Es posible que no habéis de tomar ejemplo para obedecer a mis palabras, dice el Señor?
Las palabras con que Jonadab, hijo de Recab, comunicó a sus hijos que no bebieran vino, han sido tan fielmente observadas que no lo han bebido hasta el día de hoy, obedeciendo el precepto de su padre; mas yo os he hablado a vosotros de continuo y a todas horas, y no me habéis obedecido.
Pues os he enviado todos mis siervos los profetas de antemano y con mucha solicitud, y os envié a decir por su boca: Conviértase cada uno de vosotros de su pésima vida, y rectificad vuestros afectos, y no andéis tras los dioses ajenos, ni les deis culto; y así habitaréis en la tierra que yo di a vosotros y a vuestros padres; pero vosotros no habéis querido obedecerme ni escucharme.
Así, pues, los hijos de Jonadab, hijo de Recab, han observado constantemente el precepto que les dejó su padre; mas ese pueblo no me ha obedecido a mí.
Por tanto, esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo voy a descargar sobre Judá, y sobre todos los habitantes de Jerusalén , todas las tribulaciones con que les he amenazado; puesto que yo les he hablado, y no han querido escucharme; los he llamado, y no han querido responderme.
Pero a la familia de los recabitas le dijo Jeremías: Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Por cuanto vosotros habéis obedecido el mandamiento de vuestro padre Jonadab, y habéis observado todas sus órdenes, y cumplido todo cuanto os prescribió;
por tanto, esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: No faltará varón de la estirpe de Jonadab, hijo de Recab, que asista en mi presencia todos los días.
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