O juzguéis a los demás, si queréis no ser juzgados;
porque con el mismo juicio que juzgareis habéis de ser juzgados; y con la misma medida con que midiereis seréis medidos vosotros.
Mas tú, ¿con qué cara te pones a mirar la paja en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que está dentro del tuyo?
O ¿cómo dices a tu hermano: Deja que yo saque esa pajita de tu ojo, mientras tú mismo tienes una viga en el tuyo?
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás cómo has de sacar la paja del ojo de tu hermano.
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No deis a los perros las cosas santas, ni echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus pies, y se vuelvan contra vosotros y os despedacen.
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Pedid, y se os dará; ¡buscad, y hallaréis!: llamad, y os abrirán.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Hay por ventura alguno entre vosotros que pidiéndole pan un hijo suyo, le dé una piedra?
¿O que si le pide un pez, le dé una culebra?
Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que se las pidan?
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Y así, haced vosotros con los demás hombres todo lo que deseáis que hagan ellos con vosotros; porque ésta es la suma de la ley y de los profetas.
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Entrad por la puerta angosta, porque la puerta ancha y el camino espacioso son los que conducen a la perdición, y son muchos los que entran por él.
¡Oh, qué angosta es la puerta y cuán estrecha la senda que conduce a la vida eterna, y qué pocos son los que atinan con ella!
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Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces.
Por sus frutos u obras los conoceréis. ¿Acaso se cogen uvas de los espinos, o higos de las zarzas?
Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos.
Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo darlos buenos.
Todo árbol que no da buen fruto, será cortado y echado al fuego.
Por sus frutos, pues, los podréis conocer.
No todo aquel que me dice: ¡Oh, Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el reino de los cie-los.
Muchos me dirán en aquel día del juicio: ¡Señor, Señor!, ¿pues no hemos nosotros profetizado en tu nombre, y lanzado en tu nombre los demonios, y hecho muchos milagros en tu nombre?
Mas entonces yo les contestaré: Jamás os he conocido, apartaos de mí, hacedores de iniquidad.
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Por tanto, cualquiera que escucha mis instrucciones y las practica, será semejante a un hombre cuerdo que fundó su casa sobre piedra;
y cayeron las lluvias, y los ríos salieron de madre, y soplaron los vientos y dieron con ímpetu contra la casa, mas no fue destruida, porque estaba fundada sobre piedra.
Pero cualquiera que oye estas instrucciones que doy y no las pone por obra, será semejante a un hombre insensato que construyó su casa sobre arena:
y cayeron las lluvias y los ríos salieron de madre, y soplaron los vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa, la cual se desplomó, y su ruina fue grande.
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Père
Fils
Saint-Esprit
Anges
Satan
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