N cuanto a las limosnas que se recogen para los santos, practicadlo en la misma forma que yo he ordenado a las iglesias de Galacia.
El primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte y deposite aquello que le dicte su buena voluntad, a fin de que no se hagan las colectas al tiempo mismo de mi llegada.
Estando yo presente, a aquellos sujetos que me hubiereis designado, los enviaré con cartas mías a llevar vuestras liberalidades a Jerusalén .
Que si la cosa mereciere que yo también vaya, irán conmigo.
Yo pasaré a veros, después de haber atravesado la Macedonia, pues tengo que pasar por dicha provincia.
Y quizá me detendré con vosotros, y tal vez pasaré también el invierno, para que vosotros me llevéis a doquiera que hubiere de ir.
Porque esta vez no quiero visitaros solamente de paso; antes espero detenerme algún tiempo entre vosotros, si el Señor me lo permitiere.
Acá en Efeso me quedaré hasta Pentecostés.
Porque se me ha abierto una puerta grande y espaciosa para la propagación de la buena nueva, si bien los adversarios son muchos.
Si va a veros Timoteo, procurad que esté sin recelo entre vosotros, pues trabaja, como yo, en la obra del Señor.
Por tanto ninguno le tenga en poco; y despachadle en paz, para que venga a verse conmigo, pues le estoy aguardando con los hermanos.
En cuanto a nuestro hermano Apolo os hago saber que le he instado mucho para que fuese a visitaros con alguno de nuestros hermanos; pero no ha creído conveniente hacerlo ahora, mas él irá cuando tuviere oportunidad.
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Velad entretanto, estad firmes en la fe, trabajad varonilmente, y alentaos más y más.
Todas vuestras cosas háganse con caridad.
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Ya conocéis, hermanos míos, la familia de Estéfanas, y de Fortunato, y de Acaico; ya sabéis que son las primicias de la Acaya, y que se consagraron al servicio de los santos.
Os ruego que tengáis mucha deferencia a personas de ese carácter, y a todos los que cooperan y trabajan en la obra de Dios.
Yo por mi parte me alegro con el arribo de Estéfanas, y de Fortunato, y de Acaico; ellos son los que han suplido vuestra falta, o ausencia,
recreando así mi espíritu como el vuestro. Mostrad, pues, reconocimiento a tales personas.
Las iglesias de Asia os saludan. Os saludan con gran afecto en el Señor, Aquila y Priscila, con la iglesia de su casa, en la que me hallo hospedado.
Todos los hermanos os saludan. Saludaos vosotros unos a otros con el ósculo santo de la caridad.
El saludo de mí, Pablo, va de propio puño.
El que no ama a nuestro Señor Jesucristo, sea anatema: Maran Atha.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
Mi sincero amor con todos vosotros en Cristo Jesús . Amén.
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