habló el Señor por segunda vez a Jonás , diciéndole:
Anda y ve a Nínive, ciudad grande, y predica en ella aquello que yo te digo.
Marchó, pues, Jonás , y se dirigió a Nínive, según la orden del Señor. Era Nínive una ciudad grandísima, eran necesarios tres días para recorrerla.
Y comenzó Jonás a recorrer la ciudad, y anduvo por ella un día clamando y diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.
Y creyeron los ninivitas en la palabra de Dios, y publicaron el ayuno, y se vistieron todos pequeños y grandes de sacos o cilicios.
Y llegó la noticia al rey de Nínive, y se levantó del trono, y despojándose de sus regias vestiduras, se vistió de saco, y se sentó sobre la ceniza.
En seguida se publicó en Nínive una orden del rey y de sus principales magnates que decía: Ni hombres ni bestias nada coman; no salgan a pacer ni a beber los bueyes y ganados;
hombres y bestias cúbranse con sacos y arreos de luto, y clamen aquellos con todo ahínco al Señor, convirtiéndose cada uno de su mala vida e inicuo proceder:
¿Quién sabe si así cambiará el Señor su designio, y nos perdonará; y si se aplacará el furor de su ira, de suerte que no perezcamos?
Viendo, pues, Dios las obras de penitencia que hacían, y cómo se habían convertido de su mala vida, se movió a misericordia, y no les envió los males que había decretado.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas