así nosotros, como más fuertes en la fe, debemos soportar las flaquezas de los menos firmes y no dejarnos llevar de una vana complacencia por nosotros mismos.
Al contrario, cada uno de vosotros procure dar gusto a su prójimo en lo que es bueno y pueda edificarle.
Considere que Cristo no buscó su propia satisfacción, antes bien, como está escrito, decía a su Padre: Los oprobios de los que te ultrajaban vinieron a descargar sobre mí.
Porque todas las cosas que han sido escritas en los libros santos, para nuestra enseñanza se han escrito, a fin de que mediante la paciencia y el consuelo que se saca de las Escrituras, mantengamos firme la esperanza.
Quiera el Dios de la paciencia y de la consolación haceros la gracia de estar siempre unidos mutuamente en sentimientos y afectos según el espíritu de Jesucristo,
a fin de que no teniendo sino un mismo corazón y una misma boca, glorifiquéis unánimes a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Por tanto, soportaos recíprocamente, así como Cristo os ha soportado y acogido con amor a vosotros para gloria de Dios.
Digo, pues, que Jesucristo fue ministro, o predicador de la buena nueva, para con los de la circuncisión, a fin de que fuese reconocida la veracidad de Dios, en el cumplimiento de las promesas que él había hecho a los padres.
Mas los gentiles deben alabar a Dios por su misericordia, según está escrito: Por eso publicaré, ¡oh Señor!, entre las naciones tus alabanzas, y cantaré salmos a la gloria de tu Nombre.
Y en otro lugar: Alegraos, naciones, en compañía de los judíos que son su pueblo.
Y en otra parte: Alabad todas las gentes al Señor, y ensalzadle los pueblos todos.
Así mismo dice Isaías: De la estirpe de Jesé nacerá aquel que ha de gobernar las naciones, y las naciones esperarán en él.
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El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
Por lo que hace a mí estoy bien persuadido, hermanos míos, de que estáis llenos de caridad, y de que tenéis todas las luces necesarias para instruiros los unos a los otros.
Con todo os he escrito esto, ¡oh hermanos!, y quizá con alguna más libertad, sólo para recordaros lo mismo que ya sabéis, según la gracia que me ha hecho Dios,
de ser ministro de Jesucristo entre las naciones; para ejercer el sacerdocio de la buena nueva de Dios, a fin de que la oblación de los gentiles le sea grata, estando santificada por el Espíritu Santo.
Con razón, pues, me puedo gloriar en Jesucristo del suceso que ha tenido la obra de Dios.
Porque no me atreveré a tomar en boca, sino lo que Jesucristo ha hecho por medio de mí para reducir a su obediencia a los gentiles, con la palabra y con las obras,
con la eficacia de los milagros y prodigios, y con la virtud del Espíritu Santo; de manera que desde Jerusalén , girando a todas partes hasta el Ilírico, lo he llenado todo de la buena nueva de Cristo .
Por lo demás, al cumplir con mi ministerio, he tenido cuidado de no predicar la buena nueva en los lugares en que era ya conocido el nombre de Cristo , por no edificar sobre fundamento de otro, verificando de esta manera lo que dice la Escritura:
Aquellos que no tuvieron nuevas de él, le verán; y los que no le han oído, le entenderán, o conocerán.
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Esta es la causa que me ha impedido muchas veces el ir a visitaros, y que hasta aquí me ha detenido.
Pero ahora no teniendo ya motivo para detenerme más en estos países, y deseando, muchos años hace, ir a veros,
cuando emprenda mi viaje para España espero pasar visitaros, y ser encaminado por vosotros a aquella tierra, después de haber gozado algún tanto de vuestra compañía.
Ahora estoy de partida para Jerusalén , en servicio de los santos.
Porque la Macedonia y la Acaya han tenido a bien hacer una colecta para socorrer a los pobres de entre los santos o fieles de Jerusalén .
Así les ha parecido, y a la verdad obligación les tienen. Porque si los gentiles han sido hechos participantes de los bienes espirituales de los judíos, deben también aquéllos hacer participar a éstos de sus bienes temporales.
Cumplido, pues, este encargo, y habiéndoles entregado este fruto de la caridad, dirigiré por ahí mi camino a España.
Y sé de cierto que llegando a vosotros, mi llegada será acompañada de una abundante bendición y dones de la buena nueva de Cristo .
Entretanto, hermanos, os suplico por nuestro Señor Jesucristo y por la caridad del Espíritu Santo, que me ayudéis con las oraciones que hagáis a Dios por mí,
para que sea librado de los judíos incrédulos, que hay en Judea, y la ofrenda de mi ministerio, o la limosna que llevo, sea bien recibida de los santos en Jerusalén ,
a fin de que de esta manera pueda ir con alegría veros, si es la voluntad de Dios, y descansar, y recrearme con vosotros.
Entretanto el Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas