ODA persona esté sujeta a las potestades superiores: Porque no hay potestad que no provenga de Dios; y Dios es el que ha establecido las que hay en el mundo.
Por lo cual quien desobedece a las potestades, a la ordenación o voluntad de Dios desobedece. Por consiguiente, los que tal hacen, ellos mismos se acarrean la condenación.
Mas los príncipes o magistrados no son de temer por las buenas obras que se hagan, sino por las malas. ¿Quieres tú no tener que temer nada de aquel que tiene el poder? Pues obra bien; y merecerás de él alabanza:
Porque el príncipe es un ministro de Dios puesto para tu bien. Pero si obras mal, tiembla; porque no en vano se ciñe la espada, siendo como es ministro de Dios, para ejercer su justicia castigando al que obra mal.
Por tanto, es necesario que le estéis sujetos, no sólo por temor del castigo, sino también por obligación de conciencia.
Por esta misma razón les pagáis los tributos; porque son ministros de Dios, a quien en esto mismo sirven.
Pagad, pues, a todos lo que se les debe; al que se debe tributo, el tributo; al que impuesto, el impuesto; al que temor, temor; al que honra, honra.
No tengáis otra deuda con nadie, que la del amor que os debéis siempre unos a otros; puesto que quien ama al prójimo, tiene cumplida la ley.
En efecto, estos mandamientos de Dios: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no levantarás falso testimonio, no codiciarás nada de los bienes de tu prójimo, y cualquier otro que haya, están recopilados en esta expresión: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El amor que se tiene al prójimo no sufre que se le haga daño alguno. Y así el amor es el cumplimiento de la ley.
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Cumplamos, pues, con él, y tanto más que sabemos que el tiempo insta, y que ya es hora de despertarnos de nuestro largo letargo. Pues estamos más cerca de nuestra salud, que cuando recibimos la fe.
La noche está ya muy avanzada, y va a llegar el día de la eternidad. Dejemos, pues, las sobras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz.
Andemos con decencia y honestidad, como se suele andar durante el día; no en comilonas y borracheras, no en deshonestidades y disoluciones, no en contiendas y envidias;
mas revestíos de nuestro Señor Jesucristo, y no busquéis cómo contentar los antojos de vuestra sensualidad.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas