NTRETANTO Jesús les habló de nuevo por parábolas, diciendo:
En el reino de los cielos acontece lo que a cierto rey que celebró las bodas de su hijo.
Y envió sus criados a llamar los convidados a las bodas, mas éstos no quisieron venir.
Por segunda vez despachó nuevos criados con orden de decir de su parte a los convidados: Tengo dispuesto el banquete; he hecho matar mis terneros y demás animales gordos, y todo está a punto; venid, pues, a las bodas.
Mas ellos no hicieron caso; antes bien se marcharon, quien a su granja, y quien a su tráfico ordinario.
Los demás cogieron a los criados, y después de haberlos llenado de ultrajes los mataron.
Lo cual oído por el rey, montó en cólera, y enviando sus tropas acabó con aquellos homicidas, y abrasó su ciudad.
Entonces dijo a sus criados: Las prevenciones para las bodas están hechas, mas los convidados no eran dignos de asistir a ellas.
Id, pues, a las salidas de los caminos, y a todos cuantos encontréis convidadlos a las bodas.
Al punto los criados, saliendo a los caminos, reunieron a cuantos hallaron, malos y buenos, de suerte que la sala de las bodas se llenó de gentes, que se pusieron a la mesa.
Entrando después el rey a ver los convidados, reparó allí en un hombre que no iba con vestido de boda.
Y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado tú aquí sin vestido de boda? Pero él enmudeció.
Entonces dijo el rey a sus ministros de justicia: Atado de pies y manos, arrojadle fuera a las tinieblas; donde no habrá sino llanto y crujir de dientes.
Tan cierto es que muchos son los llamados y pocos los escogidos.
•
Entonces los fariseos se retiraron a tratar entre sí cómo podrían sorprenderle en lo que hablase.
Y para esto le enviaron sus discípulos con algunos herodianos, que le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino o la ley de Dios conforme a la pura verdad, sin respeto a nadie, porque no miras a la calidad de las personas.
Esto supuesto, dinos qué te parece de esto: ¿Es o no es lícito a los judíos, pueblo de Dios, pagar tributo a César?
A lo cual Jesús , conociendo su refinada malicia, respondió: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?
Enseñadme la moneda con que se paga el tributo. Y ellos le mostraron un denario.
Y Jesús les dijo: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción?
Y le respondieron: De César. Entonces les replicó: Pues dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios.
Con esta respuesta quedaron admirados, y dejándole, se fueron.
•
Aquel mismo día vinieron los saduceos, que niegan la resurrección , a proponerle ese caso:
Maestro, Moisés ordenó que si alguno muere sin hijos, el hermano se case con su mujer para dar sucesión a su hermano.
Es el caso que había entre nosotros siete hermanos. Casado el primero, vino a morir; y no teniendo sucesión, dejó su mujer a su hermano.
Lo mismo acaeció al segundo, y al tercero, hasta el séptimo.
Y después de todos ellos murió la mujer.
Ahora, pues, así que llegue la resurrección , ¿de cuál de los siete ha de ser mujer, supuesto que lo fue de todos?
A lo que Jesús les respondió: Muy errados andáis por no entender las Escrituras ni el poder de Dios.
Porque después de la resurrección , ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres tomarán maridos, sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo.
Mas tocante a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído las palabras que Dios os tiene dichas:
Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob ? Ahora, pues, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
Lo que habiendo oído el pueblo, estaba asombrado de su doctrina.
•
Pero los fariseos, informados de que había tapado la boca a los saduceos, se unieron;
y uno de ellos, doctor de la ley, le preguntó por tentarle:
Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?
Respondió Jesús : Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente:
Este es el máximo y primer mandamiento.
el segundo es semejante a éste, y es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
En estos dos mandamientos está cifrada toda la ley y los profetas.
Estando aquí juntos los fariseos, Jesús les hizo esta pregunta:
¿Qué os parece a vosotros del Cristo , o Mesías? ¿De quién es hijo? Y le dijeron: De David.
Les replicó: ¿Pues cómo David en espíritu profético le llama su Señor, cuando dice:
Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, mientras tanto que yo pongo tus enemigos por peana de tus pies?
Pues si David le llama su Señor, ¿cómo cabe que sea hijo suyo?
A lo cual nadie pudo responder una palabra; ni hubo ya quien desde aquel día osase hacerle más preguntas.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
Comentario
Referencia
Ilustración
Atlas