OR tanto, es menester que observemos con mayor empeño las cosas que hemos oído de su boca, a fin de que no quedemos por desgracia del todo vacíos.
Pues si la ley promulgada por los ángeles fue firme, y toda trasgresión y desobediencia recibió el justo castigo que merecía,
¿cómo lo evitaremos nosotros, si desatendemos la buena nueva de tan gran salud? La cual habiendo comenzado el Señor a predicarla, ha sido después confirmada hasta nosotros por los que la habían oído,
atestiguándola Dios con señales, y portentos, y variedad de milagros, y con los dones del Espíritu Santo que ha distribuido según su beneplácito.
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Porque no sometió Dios a los ángeles el mundo venidero de que hablamos.
Antes uno en cierto lugar testificó, diciendo: ¿Qué es el hombre que así te acuerdas de él, o el hijo del hombre para que le mires tan favorablemente?
Le hizo por un poco de tiempo inferior a los ángeles, mas luego le has coronado de gloria y de honor, y le has constituido sobre las obras de tus manos.
Todas las cosas has sujetado a sus pies, o a su humanidad santísima. Conque si Dios todas las cosas ha sujetado a él, no ha dejado ninguna que no haya a él sometido. Ahora no vemos que todas las cosas le estén todavía sujetas.
Mas vemos a aquel mismo Jesús , que por un poco de tiempo fue hecho inferior a los ángeles, coronado ya de gloria y de honor, por la muerte que padeció, habiendo querido Dios por pura gracia o misericordia, que muriese por todos los hombres.
Por cuanto era cosa digna que aquel Dios para quien y por quien son todas las cosas, habiendo de conducir a muchos hijos adoptivos a la gloria, consumase o inmolase por medio de la pasión y muerte al autor y modelo de la salvación de los mismos, Jesucristo Señor nuestro.
Porque el que santifica, y los que son santificados, todos traen de uno su origen o la naturaleza humana. Por esta causa no se desdeña de llamarlos hermanos, diciendo:
Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la iglesia, o reunión de tu pueblo, cantaré tus alabanzas.
Y en otra parte: Yo pondré en él toda mi confianza. Item: He aquí, yo y mis hijos, que Dios me ha dado.
Y por cuanto los hijos tienen comunes la carne y sangre, él también participó de las mismas cosas, para destruir por su muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo,
y librar a aquellos que por el temor de la muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre.
Porque no tomó jamás la naturaleza de los ángeles, sino que tomó la sangre de Abrahán.
Por lo cual debió en todo semejarse a sus hermanos, a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel para con Dios, en orden a expiar o satisfacer por los pecados del pueblo.
Ya que por razón de haber él mismo padecido y sido tentado, puede también dar la mano a los que son tentados.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas