O, pues, que estoy entre cadenas por el Señor, os conjuro que os portéis de una manera que sea digna del estado o dignidad a que habéis sido llamados,
con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros con caridad,
solícitos en conservar la unidad del espíritu con el vínculo de la paz,
siendo un solo cuerpo y un solo espíritu, así como fuisteis llamados a una misma esperanza de vuestra vocación.
Uno es el Señor, una la fe, uno el bautismo ;
uno el Dios y el Padre de todos, el cual es sobre todos, y gobierna todas las cosas, y habita en todos nosotros,
si bien a cada uno de nosotros se le ha dado la gracia a medida de la donación, gratuita de Cristo .
Por lo cual dice la Escritura: Al subirse a lo alto llevó consigo cautiva o como en triunfo a una gran multitud de cautivos, y derramó sus dones sobre los hombres.
Mas ¿por qué se dice que subió, sino porque antes había descendido a los lugares más ínfimos de la tierra?
El que descendió, ése mismo es el que ascendió sobre todos los cielos, para dar cumplimiento a todas las cosas.
Y así, él mismo a unos ha constituido apóstoles, a otros profetas, y a otros evangelistas, y a otros pastores y doctores,
a fin de que trabajen en la perfección de los santos en las funciones de su ministerio, en la edificación del cuerpo místico de Cristo ,
hasta que arribemos todos a la unidad de una misma fe y de un mismo conocimiento del Hijo de Dios, al estado de un varón perfecto, a la medida de la edad perfecta según la cual Cristo se ha de formar místicamente en nosotros;
de manera que ya no seamos niños fluctuantes, ni nos dejemos llevar aquí y allá de todos los vientos de opiniones humanas, por la malignidad de los hombres que engañan con astucia para introducir el error;
antes bien siguiendo la verdad del Evangelio con caridad, en todo vayamos creciendo en Cristo , que es nuestra cabeza,
y de quien todo el cuerpo místico de los fieles trabado y conexo entre sí con la fe y caridad, recibe por todos los vasos y conductos de comunicación, según la medida correspondiente a cada miembro, el aumento propio del cuerpo para su perfección mediante la caridad.
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Os advierto, pues, y yo os conjuro de parte del Señor, que ya no viváis como todavía viven los otros gentiles que proceden en su conducta según la vanidad de sus pensamientos,
teniendo oscurecido y lleno de tinieblas el entendimiento, ajenos enteramente de vivir según Dios, por la ignorancia en que están, a causa de la ceguedad o dureza de su corazón;
los cuales no teniendo ninguna esperanza, se abandonan a la disolución, para zambullirse con un ardor insaciable en toda suerte de impurezas.
Pero en cuanto a vosotros no es eso lo que habéis aprendido en la escuela de Jesucristo;
pues en ella habéis oído predicar y aprendido, según la verdad de su doctrina,
a desnudaros del hombre viejo, según el cual habéis vivido en vuestra vida pasada, el cual se vicia siguiendo la ilusión de las pasiones.
Renovaos, pues, ahora en el espíritu de vuestra mente o interior de vuestra alma.
Y revestíos del hombre nuevo, que ha sido creado conforme a la imagen de Dios en justicia y santidad verdadera.
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Por lo cual renunciando a la mentira, hable cada uno verdad con su prójimo, puesto que nosotros somos miembros los unos de los otros.
Si os enojáis, no queráis pecar, no sea que se os ponga el sol estando todavía airados.
No deis lugar o entrada al diablo.
El que hurtaba o defraudaba al prójimo, no hurte ya; antes bien trabaje, ocupándose con sus manos en algún ejercicio honesto, para tener con qué subsistir y dar al necesitado.
De vuestra boca no salga ningún discurso malo; sino los que sean buenos para edificación de la fe, que den gracia o inspiren piedad a los oyentes.
Y no queráis entristece con vuestros pecados al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
Toda amargura, ira y enojo, y gritería, y maledicencia, con todo género de malicia, destiérrese de vosotros.
Al contrario, sed mutuamente afables, compasivos, perdonándoos los unos a los otros, así como también Dios os ha perdonado a vosotros por Cristo .
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Referencia
Ilustración
Atlas