Gen 42:11
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Todos somos hijos de un mismo padre: venimos en paz, ni tus siervos maquinan mal alguno.
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Juec 11:8
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A esto dijeron los príncipes de Galaad a Jefté: Por eso mismo venimos ahora a buscarte, para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón, y seas el caudillo de todos los habitantes del país de Galaad.
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Juec 15:12
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Pues sábete, le dicen, que venimos a prenderte y antregarte atado en manos de los filisteos. Les dijo Sansón: Juradme y prometedme que no me mataréis;
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I Rey 25:8
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Infórmate de tus criados, y te lo dirán. Por tanto hallen ahora gracia en tus ojos estos siervos tuyos, ya que venimos en tan alegre día; y danos a tus siervos y a David, tu hijo, lo que cómodamente pudieres.
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IV Rey 10:13
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se encontró con los hijos de los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y les preguntó: ¿Quiénes sois vosotros? Los cuales respondieron: Somos hermanos de Ocozías, y venimos a saludar a los hijos del rey y a los de la reina.
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Salm 89:9
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Por eso todos nuestros días se han desvanecido, y nosotros venimos a fallecer por tu enojo. Como una tela de araña serán considerados nuestros años.
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Isa 64:6
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Todos nosotros venimos a ser como un inmundo leproso, y como un sucio trapo todas nuestras obras de justificación; como las hojas de los árboles hemos caído todos, y nuestras maldades como un viento impetuoso nos han arrebatado y esparcido.
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Hech 14:15
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y diciendo: Hombres, ¿qué es lo que hacéis? También somos nosotros, de la misma manera que vosotros, hombres mortales que venimos a predicaros que, dejadas esas vanas deidades, os convirtáis al Dios vivo, que ha creado el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto en ellos se contiene.
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I Cor 10:17
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Porque todos los que participamos del mismo pan, bien que muchos, venimos a ser un solo pan, un solo cuerpo.
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Gál 2:17
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Y si queriendo ser justificados en Cristo , venimos a ser también nosotros pecadores por no observar la antigua ley, ¿no se dirá entonces que Cristo es ministro y causa del pecado? En ninguna manera puede jamás serlo.
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Heb 3:14
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Puesto que venimos a ser participantes de Cristo , con tal que conservemos inviolablemente hasta el fin el principio del nuevo ser suyo que ha puesto en nosotros.
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