Núm 11:20
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sino por todo un mes entero, hasta que os salgan por las narices y os cause náusea; puesto que habéis desechado al Señor que habita en medio de vosotros, y llorado en su presencia, diciendo: ¿A qué propósito salimos de Egipto?
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II Rey 22:9
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El humo de sus narices, o su enojo, se levantó en alto; y despedía de su boca fuego devorador, que convirtió en brasas los carbones.
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IV Rey 19:28
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Tú has enloquecido contra mí, ha llegado hasta mis oídos el ruido de tu soberbia. Yo te pondré pues, un anillo en tus narices y una mordaza en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.
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Job 39:20
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Lo harás tú brincar y volar como langosta? Causa terror el fogoso bufido de sus narices.
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Job 40:24
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parece que se lo quiere tragar con los ojos, y lo absorbe con sus narices.
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Job 41:2
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¿Podrás acaso echar una argolla en sus narices, o taladrar con un garfio sus quijadas?
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Job 41:20
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Sus narices arrojan humo como la olla hirviente entre llamas.
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Salm 113:14
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Orejas tienen, y nada oirán; narices, y no olerán.
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Sab 2:2
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Pues nacido hemos de la nada, y pasado lo presente, seremos como si nunca hubiésemos sido. La respiración o resuello de nuestras narices es como un ligero humo; y el habla o el alma como una transitoria chispa, con la cual se mueve nuestro corazón.
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Sab 15:15
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Porque creen dioses todos los ídolos de las naciones; los cuales ni pueden usar de los ojos para ver, ni de las narices para respirar, ni de las orejas para oír, ni de los dedos de las manos para palpar, ni aún sus pies son capaces de caminar.
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Isa 2:22
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Cesad, pues, de irritar al hombre, que tiene el espíritu en las narices; porque él es el que ha sido considerado excelso o todopoderoso.
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Isa 37:29
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Cuando tú te enfurecías contra mí, subió hasta mis oídos aquella insolencia tuya; por eso te pondré yo un anillo en tus narices, y un freno en tus labios y te haré volver por el mismo camino por donde has venido.
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Amós 4:10
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Envié la mortandad contra vosotros en la jornada de Egipto; a vuestra juventud la hice morir al filo de la espada, y fueron cogidos hasta vuestros mismos caballos; el olor de los cadáveres de vuestro campamento lo hice llegar a vuestras narices, y no por eso os convertisteis a mí, dice el Señor.
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