III Rey 19:4
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Y prosiguió su camino una jornada por el desierto; y habiendo llegado allá y sentándose debajo de un enebro pidió para su alma la separación del cuerpo, diciendo: Bástame ya, Señor, de vivir; llévate mi alma; pues no soy yo de mejor condición que mis padres.
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III Rey 19:5
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Y tendiéndose en el suelo, se quedó dormido a la sombra del enebro, cuando he aquí que el ángel del Señor le tocó y dijo: Levántate, y come.
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II Par 2:8
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Envíame asimismo maderas de cedro, y de enebro, y de pino, del Líbano; porque sé que tus siervos son prácticos en el corte de las maderas del Líbano, y mis siervos trabajarán con los tuyos,
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Job 30:4
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y comían hierbas y cortezas de árboles y se sustentaban con raíces de enebro.
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