Concordancia

Sagrada Biblia (Torres Amat)

Saúl

I Rey 26:7 Fueron, pues, David y Abisai de noche al campamento, y hallaron a Saúl echado y durmiendo en su tienda, y la lanza hincada en tierra a su cabecera; y Abner con la tropa, que dormían alrededor de Saúl.
I Rey 26:7 Fueron, pues, David y Abisai de noche al campamento, y hallaron a Saúl echado y durmiendo en su tienda, y la lanza hincada en tierra a su cabecera; y Abner con la tropa, que dormían alrededor de Saúl.
I Rey 26:12 Se llevó, pues, David la lanza y el jarro del agua que tenía Saúl junto a su cabeza y se fueron, sin que hubiese persona que los viese, ni sintiese, o que despertase; sino que todos dormían poseídos de un sueño profundo que el Señor les había enviado.
I Rey 26:14 y llamó desde allí en alta voz a la gente de Saúl y a Abner hijo de Ner, diciéndole: Qué, ¿no respondes, oh Abner? Y respondiendo éste, dijo: ¿Quién eres tú, que tanto gritas e incomodas al rey?
I Rey 26:17 Reconoció Saúl la voz de David, y le dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, señor y rey mío,
I Rey 26:21 Y dijo Saúl: He pecado, vuelve, hijo mío David, que no te haré mal ninguno de este día en adelante; visto que has mirado hoy con tanto aprecio mi vida, que bien se ve cuán neciamente he procedido, y que he sido mal informado en muchísimas cosas.
I Rey 26:25 Por último dijo Saúl a David: Bendito seas, hijo mío David; sin duda ejecutarás tus grandes empresas, y será grande tu poder. Después David se fue por su camino, y Saúl volvió a su casa.
I Rey 26:25 Por último dijo Saúl a David: Bendito seas, hijo mío David; sin duda ejecutarás tus grandes empresas, y será grande tu poder. Después David se fue por su camino, y Saúl volvió a su casa.
I Rey 27:1 Mas David dijo en su corazón: Al fin algún día vendré a caer en manos de Saúl. ¿No me vale más huir y ponerme a salvo en tierra de los filisteos, para que Saúl pierda las esperanzas y cese de andarme buscando por todo el país de Israel? Huiré, pues, de sus dominios.
I Rey 27:1 Mas David dijo en su corazón: Al fin algún día vendré a caer en manos de Saúl. ¿No me vale más huir y ponerme a salvo en tierra de los filisteos, para que Saúl pierda las esperanzas y cese de andarme buscando por todo el país de Israel? Huiré, pues, de sus dominios.
I Rey 27:4 Dieron noticia a Saúl de que David había huido a Get; con lo que no cuidó más de buscarle.
I Rey 28:3 Había ya muerto Samuel, y llorádole todo Israel amargamente, habiéndole sepultado en Rámata, su patria. Saúl, por consejo suyo, había limpiado el reino de magos y adivinos.
I Rey 28:4 Reunidos, pues,los filisteos, fueron y plantaron sus campamentos en Sunam. Asimismo Saúl, juntando todas las tropas de Israel, fue a Gelboé.
I Rey 28:7 Dijo entonces Saúl a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de Pitón, e iré a encontrarla, y a consultar al espíritu por medio de ella. Le respondieron sus criados: En Endor hay una mujer que tiene espíritu pitónico.
I Rey 28:9 Le respondió la mujer: Sabes bien cuanto ha hecho Saúl por extirpar de todo el país los magos y adivinos, ¿por qué, pues, vienes a armarme un lazo para hacerme perder la vida?
I Rey 28:10 Mas Saúl le juró por el Señor diciendo: Vive Dios que no te vendrá por esto mal ninguno.
I Rey 28:12 Mas luego que la mujer vio a Samuel, exclamó a grandes gritos diciendo a Saúl: ¿Por qué me has engañado? Tú eres Saúl.
I Rey 28:12 Mas luego que la mujer vio a Samuel, exclamó a grandes gritos diciendo a Saúl: ¿Por qué me has engañado? Tú eres Saúl.
I Rey 28:14 Le replicó Saúl: ¿Qué figura tiene? La de un varón anciano, dijo ella, cubierto con un manto. Reconoció, pues, Saúl que era Samuel, y le hizo una profunda reverencia, postrándose en tierra sobre su rostro.
I Rey 28:14 Le replicó Saúl: ¿Qué figura tiene? La de un varón anciano, dijo ella, cubierto con un manto. Reconoció, pues, Saúl que era Samuel, y le hizo una profunda reverencia, postrándose en tierra sobre su rostro.
I Rey 28:15 Pero Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué has turbado mi reposo, haciéndome levantar? Respondió Saúl: Me veo en un estrechísimo apuro; los filisteos me han movido guerra, y Dios se ha retirado de mí, y no ha querido responderme, ni por medio de los profetas, ni por sueños; por esta razón te he llamado, a fin de que me declares lo que debo hacer.
I Rey 28:15 Pero Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué has turbado mi reposo, haciéndome levantar? Respondió Saúl: Me veo en un estrechísimo apuro; los filisteos me han movido guerra, y Dios se ha retirado de mí, y no ha querido responderme, ni por medio de los profetas, ni por sueños; por esta razón te he llamado, a fin de que me declares lo que debo hacer.
I Rey 28:20 Cayó Saúl al instante tendido en tierra, despavorido al oír la palabras de Samuel, y estaba además falto de fuerzas, a causa de no haber comido en todo el día.
I Rey 28:21 Mas aquella mujer entró donde estaba Saúl, que se hallaba sumamente conturbado, diciéndole: Bien ves que tu esclava te ha obedecido, y que he expuesto mi vida, y dado crédito a lo que me has dicho;
I Rey 28:23 Pero Saúl lo rehusó y le dijo: No comeré. Con todo, sus criados y la mujer le instaron a ello, y al cabo, rendido a sus ruegos, se levantó del suelo, y se sentó sobre una cama o tarima.
I Rey 28:25 y lo presentó todo delante de Saúl y sus criados. Así que hubieron comido, partieron, y anduvieron toda aquella noche.
I Rey 29:3 Y dijeron los príncipes de los filisteos a Aquis: ¿Qué hacen aquí esos hebreos? Les respondió Aquis: Pues, ¿no conocéis a David que sirvió a Saúl, rey de Israel, y está en mi compañía días hace, o ya años, sin que haya yo tenido queja de él desde el día que se pasó a mí hasta el presente?
I Rey 29:5 ¿No es éste aquel David de quien cantaban a coros en las danzas: Saúl mató a mil, y David mató a diez mil?
I Rey 31:2 Y los filisteos se arrojaron sobre Saúl y sus hijos, y mataron a Jonatás, y Abinadab, y Melquisua, hijos de Saúl;
I Rey 31:2 Y los filisteos se arrojaron sobre Saúl y sus hijos, y mataron a Jonatás, y Abinadab, y Melquisua, hijos de Saúl;
I Rey 31:3 y toda la fuerza del combate vino a descargar sobre Saúl, a quien alcanzaron los flecheros e hirieron gravemente.
I Rey 31:4 Dijo entonces Saúl a su escudero: Desenvaina tu espada, y quítame la vida; para que no lleguen estos incircuncisos y me maten, mofándose de mí. Mas su escudero no quiso hacerlo, sobrecogido de un sumo terror. Con esto Saúl desenvainó su espada, y se arrojó sobre ella.
I Rey 31:4 Dijo entonces Saúl a su escudero: Desenvaina tu espada, y quítame la vida; para que no lleguen estos incircuncisos y me maten, mofándose de mí. Mas su escudero no quiso hacerlo, sobrecogido de un sumo terror. Con esto Saúl desenvainó su espada, y se arrojó sobre ella.
I Rey 31:5 Al ver el escudero muerto a Saúl, se echó el mismo también sobre su espada, y murió junto con él.
I Rey 31:6 Así murió Saúl aquel día y con él tres de sus hijos, su escudero, y cuantos se hallaban cerca de él.
I Rey 31:7 Y viendo los israelitas que vivían en la otra parte del valle y pasado el Jordán, que habían huido los soldados de Israel, y muerto Saúl y sus hijos, abandonaron sus ciudades y escaparon; y vinieron los filisteos y se alojaron en ellas.
I Rey 31:8 Amanecido el día siguiente fueron los filisteos a despojar los muertos, entre los cuales hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos sobre el monte Gelboé.
I Rey 31:9 Le cortaron a Saúl la cabeza, y lo despojaron de sus armas; y enviaron la noticia por todo el país de los filisteos, para que se publicara la victoria en el templo de los ídolos, y en los pueblos.
I Rey 31:10 Colocaron las armas de Saúl en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de Betsán.
I Rey 31:11 Pero los moradores de Jabes Galaad, oído lo que los filisteos habían hecho con Saúl,
I Rey 31:12 salieron todos los más esforzados, anduvieron toda la noche, y quitaron el cadáver de Saúl y los cadáveres de sus hijos del muro de Betsán; y volviéndose a Jabes Galaad, allí los quemaron.
II Rey 1:1 Muerto Saúl, hacía ya dos días que David se hallaba en Siceleg, de vuelta de la derrota de los amalecitas,
II Rey 1:2 cuando al tercer día compareció un hombre que venía del campamento de Saúl, rasgados sus vestidos y cubierta de polvo su cabeza; y acercándose a David, se postró sobre su rostro, haciéndole una profunda reverencia.
II Rey 1:4 Le dijo David: ¿Pues qué ha sucedido?, decláramelo. Se trabó la batalla, respondió él, ha echado a huir la tropa, han quedado tendidos muchos en el campo, y hasta Saúl y su hijo Jonatás han perecido.
II Rey 1:5 Dijo David al joven que le daba esta nueva: ¿Cómo sabes tú que han muerto Saúl y Jonatás, su hijo?
II Rey 1:6 Le respondió aquel mozo: Llegué yo casualmente al monte Gelboé, al tiempo que Saúl se había arrojado sobre la punta de su lanza; y cuando ya los carros de guerra y la caballería del enemigo se le acercaban,
II Rey 1:12 Y plañeron y lloraron, y ayunaron hasta la tarde por amor de Saúl y de Jonatás, su hijo, y del pueblo del Señor, y de la casa de Israel, porque habían sido pasados a cuchillo.
II Rey 1:17 Entonces fue cuando David compuso el siguiente cántico fúnebre sobre la muerte de Saúl y de su hijo Jonatás:
II Rey 1:21 Montes de Gelboé, ni el rocío ni la lluvia caigan ya jamás sobre vosotros; ni campos haya de donde sacar la ofrenda de las primicias; puesto que allí es donde fue arrojado por el suelo el escudo de los fuertes, el escudo de Saúl, como si no hubiese sido ungido rey con el óleo santo.
II Rey 1:22 Nunca disparó flecha Jonatás que no se tiñera en sangre de los heridos; que no clavara en las entrañas de los valientes. Jamás dio golpe en vano la espada de Saúl.