Concordancia

Sagrada Biblia (Torres Amat)

Dalila

Juec 16:4 Después de esto se enamoró de una mujer que habitaba en el valle Sorec, llamada Dalila.
Juec 16:6 En vista de esto, Dalila habló así a Sansón: Dime, por tu vida: ¿En qué consiste tu grandísima fuerza, y cuál es la cosa con que atado no podrías escaparte?
Juec 16:9 quedándose aquéllos en acecho, escondidos en la casa, aguardando en una pieza retirada el fin de este suceso. Luego Dalila le gritó: ¡Sansón, los filisteos se echan sobre ti! Mas él rompió las ataduras, como cualquiera rompería un hilo torcido de borra de estopa, así que le hiciera sentir el fuego. Con esto no se supo en qué consistía su fuerza.
Juec 16:10 Entonces le dijo Dalila: Tú te has burlado de mí, y me has mentido: por lo menos ahora descúbreme con qué debieras ser atado.
Juec 16:12 Lo ató por consiguiente Dalila con ellas; y preparadas en el aposento las asechanzas, gritó: ¡Sansón, los filisteos se echan sobre ti! Mas él rompió las ligaduras como hilachas de tela.
Juec 16:13 Le dijo Dalila otra vez: ¿Hasta cuándo me has de engañar y mentir? Declárame ya con qué has de ser atado. Le respondió Sansón: Si entretejes mis siete trenzas de cabellos con los lizos de la tela, y revueltas a un clavo, hincas éste en tierra, quedaré sin fuerzas.
Juec 16:14 Lo cual después que ejecutó Dalila, le gritó: ¡Sansón, los filisteos se echan sobre ti! Mas él despertando del sueño, arrancó el clavo junto con las trenzas de cabellos y los lizos de la tela.
Juec 16:15 Le dijo entonces Dalila: ¿Cómo puedes decir que me amas, cuando tu corazón no está unido conmigo? Por tres veces me has mentido, no queriendo decirme en qué consiste tu grandísima fuerza.
Juec 16:18 Viendo Dalila que le había manifestado todo su corazón, envió a decir a los príncipes de los filisteos: Venid aún por esta vez, porque ya me ha descubierto su corazón. Los cuales fueron llevando consigo el dinero que prometieron.
Juec 16:19 Y ella habiéndole hecho dormir sobre sus rodillas, y reclinar la cabeza en su regazo, llamó a un barbero que le cortó a Sansón las siete trenzas de su cabello. Y después comenzó Dalila a empujarle y echarle de sí; pues al punto le desamparó la fuerza.