Núm 21:29
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¡Ay de ti, Moab! ¡Pereciste, oh pueblo de Camos! Camos, vuestro Dios ha entregado sus hijos a la fuga, y sus hijas al cautiverio de Sehón, rey de los amorreos.
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Núm 24:23
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Y aun siguió profetizando en estos términos. ¡Ay! ¿Quién vivirá cuando Dios hará todas estas cosas?
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Juec 6:22
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Viendo Gedeón que era un ángel del Señor, dijo: ¡Ay de mí, Señor Dios mío, que he visto al ángel del Señor cara a cara!
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Juec 11:35
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A cuya vista rasgó sus vestidos, y dijo: ¡Ay de mi, hija mía!, tú me has engañado, y tú misma has sido engañada: porque yo he hecho un voto al Señor, y no podré dejar de cumplirle.
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I Rey 4:8
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¡Ay de nosotros! No estaban, no, ayer ni antes de ayer con tanta alegría. ¡Tristes de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de ese Dios excelso? Ese es aquel Dios que castigó a Egipto con toda suerte de plagas, y que condujo a Israel por el desierto.
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II Rey 14:5
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Le dijo el rey: ¿Qué es lo que tienes? ¡Ay de mí!, respondió ella, soy una mujer viuda; pues se me ha muerto mi marido.
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III Rey 13:30
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y puso el cadáver en su sepulcro, y lo lloraron, y lo endecharon, diciendo: ¡Ay!, ¡ay!, ¡hermano mío!
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IV Rey 3:10
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Dijo entonces el rey de Israel: ¡Ay, ay, ay de nosotros! El Señor nos ha juntado aquí tres reyes para entregarnos en poder de Moab.
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IV Rey 6:5
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Y acaeció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó en el agua el hierro del hacha, y exclamó diciendo a Eliseo: ¡Ay!, ¡ay de mí, señor mío!; ¡ay!, ¡que esta hacha la había tomado prestada!
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IV Rey 6:15
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Y al apuntar el día, habiéndose levantado el criado del varón de Dios, y salido fuera, vio el ejército alrededor de la ciudad con los caballos y carros y fue a dar aviso a su amo, diciendo: ¡Ay!, ¡ay, señor mío!; ¡ay!, ¿qué es lo que haremos?
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Tob 10:4
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Sobre todo su madre, inconsolable, lloraba amargamente, y decía: ¡Ay de mí; ay hijo mío! ¿Para qué te hemos enviado a lejanas tierras, lumbrera de nuestros ojos, báculo de nuestra vejez, consuelo de nuestra vida, esperanza de nuestra posteridad?
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Jud 16:20
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¡Ay de la nación que se levante contra mi pueblo!, porque el Señor todopoderoso ejercerá en ella su venganza, y la visitará en el día del juicio.
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Salm 48:7
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¡Ay de aquellos que confían en su poder, y se glorian en sus riquezas!
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Salm 119:5
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¡Ay de mí, que mi destierro se ha prolongado! He habitado entre los moradores de Cedar.
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Cant 1:5
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No reparéis, pues, en que soy morena; porque me ha robado el sol mi color, cuando los hijos de mi madre se declararon contra mí, y me pusieron a guarda de viñas. ¡Ay!, mi propia viña no la guardé.
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Cant 3:2
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Me levantaré, dije, y daré vueltas por la ciudad, y buscaré por calles y plazas al amado de mi alma. ¡Ay!, lo busqué, mas no lo hallé.
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Ecli 2:14
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¡Ay del que es de corazón doble, y de labios malvados, y de manos facinerosas; y del pecador que anda sobre la tierra por dos senderos!
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Ecli 2:15
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¡Ay de los hombres de corazón flojo y tibio que no confían en Dios!, que por lo mismo, no serán de él protegidos.
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Ecli 2:16
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¡Ay de los que pierden el sufrimiento, y abandonan los caminos rectos, y se van por sendas torcidas!
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Ecli 31:7
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Leño de tropiezo o ídolo es el oro, para los que idolatran en él: ¡Ay de aquellos que se van tras del oro! Por su causa perecerá todo imprudente.
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Ecli 41:11
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¡Ay de vosotros, hombres impíos, que habéis abandonado la ley del Señor y Dios Altísimo!
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Isa 1:4
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¡Ay de la nación pecadora, del pueblo lleno de iniquidades, de la raza malvada, de los hijos desgarrados! Han abandonado al Señor, han blasfemado del Santo de Israel, le han vuelto las espaldas.
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Isa 1:24
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Por esto dice el Señor Dios de los ejércitos, el Dios fuerte de Israel: ¡Ay cómo tomaré satisfacción de mis contrarios, y venganza de mis enemigos!
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Isa 3:9
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El semblante descarado que presentan da testimonio contra ellos; pues, como los de Sodoma, hacen alarde de su pecado, y no lo encubren: ¡Ay del alma de ellos!, porque se les dará el castigo merecido.
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Isa 3:11
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¡Ay del impío maléfico!, porque se le pagará según merecen sus acciones.
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Isa 5:8
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¡Ay de vosotros los que juntáis casa con casa, y agregáis heredades a heredades hasta que no queda ya más terreno! ¿Por ventura habéis de habitar vosotros solos en medio de la tierra?
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Isa 5:11
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¡Ay de vosotros los que os levantáis de mañana a emborracharos, y a beber con exceso hasta la noche, hasta que os abrasa el vino!
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Isa 5:18
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¡Ay de vosotros que arrastráis la iniquidad con las cuerdas de la vanidad, y al pecado a manera de carro del cual tiráis como bestias!
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Isa 5:20
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¡Ay de vosotros los que llamáis mal al bien y bien al mal; y tomáis las tinieblas por la luz, y la luz por las tinieblas; y tenéis lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!
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Isa 5:21
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¡Ay de vosotros los que os tenéis por sabios en vuestros ojos, y por prudentes allá en vuestro interior!
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Isa 5:22
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¡Ay de vosotros que sois briosos para beber vino, y hombres fuertes para embriagaros con diversos licores!
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Isa 10:1
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¡Ay de aquellos que establecen leyes inicuas, y escriben continuamente sentencias de injusticia,
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Isa 10:5
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¡Ay de Asur!, vara y bastón de mi furor; en su mano he puesto mi ira.
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Isa 17:12
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¡Ay de esos pueblos, semejantes a las innumerables olas del mar embravecido y de ese tumultuoso ejército, parecido al ruido de impetuosas aguas!
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Isa 18:1
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¡Ay de la tierra, címbalo alado que está a la otra parte de los ríos de Etiopía,
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Isa 24:16
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Desde las extremidades del mundo hemos oído las alabanzas que se cantaban a la gloria del justo. Y yo dije: Mi secreto es para mí, mi secreto es para mí: ¡Ay de mí!, los prevaricadores han prevaricado, y han prevaricado con contumacia.
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Isa 28:1
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¡Ay de la corona de soberbia de los embriagados de Efraín, de la flor caduca de la gloria y alegría de los que estaban en Samaria, en la cumbre del fertilísimo valle, dominados por el vino!
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Isa 29:1
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¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad que conquistó David! Pasará uno y otro año, y pasarán las solemnidades;
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Isa 29:15
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¡Ay de vosotros los que os encerráis en vuestro corazón para ocultar al Señor vuestros designios! ¡Ay de los que hacen sus obras en las tinieblas, y dicen: ¡Quién nos ve, y quién nos descubre!
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Isa 29:15
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¡Ay de vosotros los que os encerráis en vuestro corazón para ocultar al Señor vuestros designios! ¡Ay de los que hacen sus obras en las tinieblas, y dicen: ¡Quién nos ve, y quién nos descubre!
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Isa 30:1
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¡Ay de vosotros hijos rebeldes y desertores!, dice el Señor, que formáis designios sin contar conmigo; y urdís una tela, y no según mi deseo, para añadir así pecados a pecados;
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Isa 31:1
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¡Ay de aquellos que van a buscar socorro en Egipto, poniendo la esperanza en sus caballos, y confiando en sus muchos carros de guerra, y en su caballería, por ser muy fuerte; y no han puesto su confianza en el Santo de Israel ni han recurrido al Señor!
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Isa 33:1
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¡Ay de ti, Sennaquerib, que saqueas a los otros! Que, ¿no serás tú también saqueado? Y tú que desprecias, ¿no serás también despreciado? Cuando acabes el saqueo, serás tú saqueado; cuando ya cansado dejes de menospreciar, serás tú menospreciado.
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Isa 45:10
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Ay del que dice a su padre: ¿Por qué me engendraste?, y a su madre: ¿Por qué me concebiste?
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Jer 4:10
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Y yo dije al oír eso: ¡Ay, ay, Señor Dios mío! ¡Ay!, ¿y es posible que hayas permitido que los falsos profetas alucinasen a este pueblo tuyo, y a Jerusalén , diciendo: Paz tendréis vosotros; cuando he aquí que la espada del enemigo ha penetrado hasta el corazón?
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Jer 4:10
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Y yo dije al oír eso: ¡Ay, ay, Señor Dios mío! ¡Ay!, ¿y es posible que hayas permitido que los falsos profetas alucinasen a este pueblo tuyo, y a Jerusalén , diciendo: Paz tendréis vosotros; cuando he aquí que la espada del enemigo ha penetrado hasta el corazón?
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Jer 4:13
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He aquí que el ejército enemigo vendrá como una espesa nube, y sus carros de guerra como un torbellino; más veloces que águilas son sus caballos. ¡Ay desdichados de nosotros!, dirán entonces: Somos perdidos.
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Jer 4:19
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¡Ay!, mis entrañas, las entrañas mías se han conmovido de dolor y congoja; todos los interiores afectos de mi corazón están en desorden; no puedo callar cuando ha oído ya mi alma el sonido de la trompeta, el grito de la batalla.
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Jer 4:31
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Porque he oído gritos como de mujer que está de parto, ansias y congojas como de primeriza; la voz de la hija de Sión moribunda que extiende sus manos, y dice: ¡Ay de mí!, que me abandona mi alma al ver la mortandad de mis hijos.
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Jer 8:6
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Yo estuve atento, y los escuché: Nadie habla cosa buena; nadie hay que haga penitencia de su pecado, diciendo: ¡Ay! ¿Qué es lo que yo he hecho? Al contrario, todos han vuelto a tomar la impetuosa carrera de sus vicios, como caballo que a rienda suelta corre a la batalla.
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